Horror en Navidad.

Sinopsis:
Llegan las navidades, comienzan los días con emotivos reencuentros con tu familia, esos abrazos que llevas tiempo esperando dar y recibir, esas caras de felicidad cuando visitas a tus sobrinos que hace tiempo que no ves, los lamentos de tu madre reprochándote que te hayas ido lejos de tu hogar. Si, Navidad es eso, es posible que en tu caso sea diferente, pero seguro que no me he alejado. Diferente es, la historia de Navidad que te traigo, una historia de un grupo de jóvenes que se portaron mal, muy mal y Santa Claus les castigó.

Capítulo 1: La habitación del pánico.

Despertaron en un extraño lugar, era una especie de habitación, pero sin camas, sus paredes y techo eran de madera. En la habitación podían sentir frío, un denso y húmedo frío que recorría todo su cuerpo. 

Esteban, uno de los chicos, miró a los demás con extrañeza, no reconocía a ninguno de los presentes, la verdad es que ninguno se conocía.

Alberto, otro de los chicos, se levantó del suelo, se acercó a la puerta e intentó abrirla.
─ Mierda, está cerrada ─dijo Alberto con cierto enfado.
─Tampoco hay ninguna ventana ─dijo Esteban con extrañeza.
La habitación estaba totalmente oscura, apenas podían verse entre ellos. Ander, se acercó a ellos y dijo.
─ Parece que estemos atrapados ─.
─ Quieres decir secuestrados ─dijo Vanesa.
Jenifer se asustó al escuchar lo que dijo Vanesa “secuestrados”, entonces con cierto miedo dijo.
─No… No puede ser…esto no ─con un tono lleno de miedo.
De repente, unas rojas luces se encendieron a espaldas de los chicos, aquellas luces provenían de una enorme figura de Santa Claus.

─ Jojojo ¡Feliz Navidad! ─Exclamó la enorme figura.

Los chicos se asustaron al ver aquello, no esperaban que hubiese allí una figura, con la oscuridad de aquel lugar, no la habían distinguido. La figura movió la cabeza hacia ellos, mostrando una gentil, pero a la vez perturbadora sonrisa, entonces les dijo:

─Soy San Nicolas, pero vosotros podéis decirme Santa Claus o Papá Noel… Seguro que os estáis preguntando que dónde estáis.

Los chicos estaban extrañados al ver cómo la figura les hablaba.
─ Si, a mi si me gustaría saber donde cojones estoy ─ dijo Alberto mostrando cierta prepotencia.
─ Estáis en el taller de Santa Claus, mi taller, aquí es donde fabrico los regalos que reparto todas las noches de Navidad a todos aquellos que se portaron bien ─. Entonces, frunció el ceño y dijo: ─Pero también aquí castigo a los que se portaron mal… Cómo vosotros.

Jenifer soltó un desgarrador grito de temor, de repente, cayó al suelo desmayada.
─ Vaya, parece que una ya se ha muerto ─ dijo la figura de Santa Claus con cierto tono burlón.
─ Maldito hijo de puta ¡da la cara!─  Exclamó Alberto con furia.
─ No, no, no, a papá Noel no se le habla así. Niño travieso ─ dijo la figura con un rostro malévolo.
El resto del grupo fueron a atender a Jenifer, que había caído desmayada por el temor que sentía, entonces Esteban dijo.
─Tranquilízate, no conseguiremos nada discutiendo con un muñeco.

Alberto miró a Esteban y dijo: 
─Tienes razón, lo primero es ocuparnos de esta chica, luego veremos a ver qué hacemos.

 ─ Eso, hazle caso a tus nuevos amigos, aunque no te guste seguir las normas ─ dijo la figura de Santa Claus.
Alberto miró con furia al enorme  Santa Claus, le encantaría darle una paliza, pero sabía que era inútil pegarle a un muñeco gigante, lo único que pudo hacer es joderse y tragarse su cabreo. Jenifer despertó de su desmayo, se asentó como pudo, miró a su alrededor viendo a los demás chicos, extrañada, confusa y asustada. La figura de Santa Claus volvió a soltar su típica carcajada y dijo.
─Ahora que estáis todos atentos, os explicaré para que os traje a mi taller. 

La figura movió la cabeza dirigiéndose a los chicos y les dijo:

─Cómo os dije antes, este es mi taller, aquí fabrico los regalos que reparto en Navidad, pero también castigo a los que se portaron mal, vosotros, os portasteis muy mal este año, hicisteis cosas…innombrables… mi castigo será duro, difícil, puede que os cause algún trauma ─. Entonces con una diabólica carcajada dijo: ─Eso si sois caza de sobrevivir.
En aquel momento, el pequeño grupo de desconocidos, sintieron el verdadero terror, rezando para que nada les pasara, suplicando…sobrevivir.


Capítulo 2: Un enorme tazón de Chocolate caliente.

Había pasado un buen rato desde la última palabra de la enorme figura de Santa Claus. Los chicos se agruparon, les costaba confiar uno del otro, pero es normal, ninguno se conocía y el ambiente no era el más adecuado tampoco, pero enseguida entendieron que la única manera de salir vivos de aquel lugar, era cooperando.

Esteban propuso presentarse entre ellos y que cada uno contara una parte de su historia, de su vida, para así conocerse mejor, pensaba que eso ayudaría a confiar entre ellos.

Los chicos aceptaron la idea de Esteban.
Alberto es Abogado, no daba esa imagen a simple vista, era una persona muy prepotente, con una mente bastante juvenil.
Ander es profesor de matemáticas en un instituto, había tenido algunas denuncias por acoso hacía los jóvenes, acusaciones que jamás se demostraron.
Vanesa era cantante, se había hecho un pequeño hueco en el mundillo gracias a los videos que subía en las redes sociales, mostrando su melódica voz.
Jenifer era una chica criada de buena familia, nunca había trabajado y siempre la habían sobreprotegido.
Esteban era fotógrafo, le maravillaba inmortalizar todo cuanto le llamaba la atención, por ello se hizo fotógrafo.
El grupo se había presentado entre ellos, ahora solo falta buscar una manera de salir de aquel lugar. En ese entonces, las luces de la enorme figura de Santa Claus vuelven a encenderse.
─ Ya sois amigos.
El grupo dirigió sus miradas hacia la figura, sentían miedo de ella, o mejor dicho, de la persona que estuviese detrás de todo esto, no sabían qué clase de “juegos” macabros, rondaban por su mente.
Bueno, justamente a partir de este momento comienza una visita por el taller de Santa Claus. ¿Nunca tuviste curiosidad de donde vivo y trabajo con mis pequeños y adorables Elfos? Pues lo conoceréis.

La enorme figura de Santa Claus dirigió su mirada a los chicos y les dijo:

─Ahora os repartiré en distintas habitaciones, donde darán comienzo mis divertidos castigos.
De repente el suelo desapareció, cayendo el grupo en distintos agujeros, cada uno de los agujeros llevó a los invitados a distintas secciones del taller, dichos lugares son habitaciones que usa Santa Claus para castigar aquellos que se portaron mal.
Comenzaremos por Alberto, el Abogado se dará un baño de chocolate caliente. Alberto cayó dentro de una gigantesca taza, llena de chocolate hirviendo. El joven sentía como el chocolate deshacía la carne de su cuerpo. La voz de santa Claus comenzó a escucharse por toda la habitación.
─ ¿Te gusta el chocolate? Disfruta de este agradable y ardiente baño.

Alberto se abrasaba vivo, intentaba gritar, defenderse, maldijo a Santa Claus.

─Maldito Hijo de Puta ─le insultó.
─Si, esa misma palabra usó tu querida Rebeca ¿la recuerdas? ─dijo Santa Claus.
Alberto quedó sorprendido de que conociese a Rebeca, su ex novia, una joven que desapareció en extrañas circunstancias.

─ Rebeca, tu preciosa novia, tú la mataste.
Alberto ya tenía la garganta totalmente abrasada, no podía hablar ni gritar, solo escuchar y recordar su pecado.

─ Le rociaste hierro fundido por su cuerpo, lo sé todo, nadie me sorprende, pero tú, Alberto, lograste sorprenderme. Que algo tan atroz lo cometa un humano… No, no tiene perdón y tu como abogado supiste salirte con la tuya, pero no puedo dejar que vivas sin un castigo, no puedo permitir que un monstruo como tu siga sonriendo sin pensar…en lo que hizo.
Alberto seguía nadando en aquel espeso chocolate, pero las fuerzas le estaban fallando, su vida se estaba apagando.
─Tienes una oportunidad de vivir, vaciaré este tazón de chocolate. Si consigues salir de la habitación, podrás darte un baño frío.
Entonces el tazón de chocolate comenzó a vaciarse, formando un remolino. Alberto sintió un gran alivio, pensaba que lo peor había pasado, el desagüe de la taza también se lo tragó…triturando su cuerpo.


Capítulo 3: El Grinch 


Una vez, en los rincones más lejanos del Polo Norte, nació un ser horripilante. Aquel ser creció y vivió solo; sin familia, sin amigos, sin nadie que le enseñara a diferenciar el bien del mal. Nadie sabía de su existencia, vivía oculto de los Elfos que moran el Polo Norte, vivía oculto del resto de animales.


Un día, Santa Claus notó que los elfos del Polo Norte estaban desapareciendo, lo peor de todo es que nadie sabía qué pasaba con ellos, si estaban muertos o vivos, ya que nunca aparecieron. Santa Claus tuvo que investigar por su cuenta, los habitantes de su aldea desaparecían, el asunto tenía a toda la pequeña población preocupada. Santa Claus buscó y buscó por los rincones más inhóspitos del Polo Norte, hasta que dio con la criatura, entonces fue cuando descubrió que aquel ser había devorado a los habitantes desaparecidos de la aldea.

Ander se encontraba frente a la enorme figura de Santa Claus en una pequeña habitación oscura, solo alumbrada por las luces de la enorme figura, entonces dijo:


─¿Por qué me cuentas esto? ─Preguntó extrañado, refiriéndose a la historia de la criatura.

─Para que conozcas a tu rival ─ le dijo la figura de Santa Claus.

─ ¿Mi rival? ─preguntó Ander extrañado y con cierto temor.

─ Exacto, seguro que le conoces, se llama…Grinch ─dijo con una macabra sonrisa.

¿El Grinch? ─ preguntó Ander con cierto tono burlón.
─ ¿Aún no crees en mi existencia ni en las historias que te contaban en Navidad? ─ entonces, con una sombría sonrisa le dijo: ─Todo es cierto, menos los Reyes Magos, esos no existen.

─Ya soy mayorcito para creer en esas historias.

─Ahora creerás ─ entonces, su brazo animatrónico señaló una lanza con una punta de madera y le dijo:

─Esa lanza será tu arma, te enfrentarás al Grinch. Te aviso, es ágil como una sombra y fuerte como una montaña.

Ander se acercó a la lanza, sonrió y dijo: ─Veremos a ver quien gana ─.


En ese instante unas luces navideñas alumbraron el lugar, entonces una puerta se abrió, liberando a una extraña criatura con forma humanoide, aquel monstruo podía medir los dos metros de altura, pero su complexión no acompañaba a su grandeza, era bastante delgado, con unos largos brazos y unas enormes garras en sus manos, sus piernas eran altas y delgadas, con las rodillas un poco flexionadas, todo su cuerpo estaba cubierto por un pelaje de color verde. Aquel ser andaba de forma encorvada, como si no pudiese poner su cuerpo derecho.

El monstruo miró a Ander con sus enormes ojos amarillos, entonces sonrió mostrando unos puntiagudos y ensangrentados dientes, como si acabara de comer.

─Te presento al Grinch, mi querida mascota ─. Entonces mostró una sombría sonrisa y dijo: ─ Solo le dejé morder a un cordero, para así darle ansias…seguro que estará hambriento.

Ander quedó atemorizado al ver aquel terrible monstruo, no era el mismo Grinch de las historias que él había oído <<¿Cómo iba a vencer a esa cosa?>> Se preguntaba con temor.


El terrible monstruo de un gran salto se postró encima del joven, ambos comenzaron a forcejear, cuando Ander le fue a clavar la punta de lanza en el pecho del monstruo, el ser la rompió de un fuerte mordisco.

─ ¿Te cuesta enfrentarte a él verdad? Es muy fuerte, tu no eres nada a su lado, solo una pequeña y frágil mariposa─. Ahora, Santa Claus mostrando más furia dijo: ─ Así se sintió aquel joven alumno tuyo, antes de que le mancillaras su cuerpo, débil e indefenso, intentando defenderse, pero no pudiendo contigo, ese día, tú eras el Grinch, y el chico eres tú ahora mismo, tu alumno lucha cada día por olvidar lo ocurrido, pero no puede borrar aquel terrible momento, aun así…vive intentando que cada día sea con felicidad, en cambio tu destino será otro.

─No le hice nada, él lo buscó, a él le gustaba como yo lo miraba, como le acariciaba…solo hice lo que él estaba deseando que hiciese.

─ Todos sois iguales, os queréis creer que lo que hacéis no es nada malo, que solo dais amor…un asqueroso amor. Toma, recibe el amor del Grinch, tiene mucho amor que dar ─. Entonces soltó su típica carcajada.

Ander y el abominable monstruo seguían forcejeando, pero el Grinch era demasiado fuerte para el joven, aun así Ander consiguió clavarle la lanza al monstruo, pero no en el pecho, sino en la barriga, aunque la lanza ya estaba rota, pero si le pudo clavar las astillas que sobresalen de la madera, fue suficiente para que el Grinch se apartara del joven.

Ander pudo respirar en ese momento, podía sentirse aliviado, también se sentía muy confiado, el monstruo siente dolor, sangra, está vivo y todo lo que vive…puede morir, eso pensaba Ander. El Grinch saltó rápidamente hacía el cuerpo del joven, y le arrancó la cabeza de un mordisco.

El cuerpo decapitado de Ander cayó al suelo, luego el Grinch se puso encima del Joven, y lo devoró.


Capítulo: 4 Rudolph, el Reno de la nariz roja.

Jenifer y Vanesa estaban fuera del taller, ambas estaban montadas en los mismos trineos que usa Santa Claus para repartir regalos y felicidad al mundo. Esta vez la prueba consistía en una carrera entre las dos. Pero no iba a ser una carrera normal, en dicha carrera, solo una saldría vencedora, solo una saldría con vida.

Ambas chicas estaban en posición, listas para empezar la carrera, justo enfrente a ellas tenían la figura animatrónica de Santa Claus dándoles instrucciones.
─Ahora que tenéis claras las reglas, sed buenas y elegir quién morirá y quién vivirá ─les dijo la figura de Santa Claus.
─ No vamos a matarnos entre nosotras para tu disfrute ─dijo Vanesa.
─ ¿Piensas que disfruto con esto? No querida, al contrario…os amo, yo amo a todo el mundo y es por eso que os castigo.
─Cuanto más te escucho hablar, más claro tengo que eres un enfermo psicótico ─dijo Vanesa con furia.
─ No fui yo quien asesinó a otra persona para ser famoso ─desviando sus ojos animatrónicos hacia Jenifer.
Jenifer sintió un enorme temor al ver como aquella figura la miraba, ─Yo no he matado a nadie ─dijo Jenifer con temor.
─ Bien, basta de palabrería…que comience el juego ─ dijo la figura de Santa Claus mostrando una sombría sonrisa.

Entonces, justo en ese momento los renos comenzaron a correr, la velocidad era extrema, tan fuerte que las jóvenes podían sentir como el mismo viento les arrancaba la piel. Jenifer y Rebeca tenían la cara casi desgarrada por la velocidad que los trineos alcanzaron, pensaban que el sufrimiento tardaría más, pero no, justamente al llegar a un espeso y frío bosque, los Renos frenaron los trineos.

Las chicas quedaron extrañadas, no veían ninguna señal de Meta en ningún lado. Justamente desde una radio que tenían los trineos escucharon la voz de Santa Claus.

─El resto de la carrera la haréis a pie, tendréis que cruzar este bosque si queréis llegar al final. Recordad, solo una sobrevivirá ─Santa Claus soltó su reconocida carcajada.


Jenifer estaba aterrorizada, pero Vanesa estaba más tranquila, sabía que poco podían hacer en estos momentos, así que se armó de valor, fue hacía el trineo de Jenifer y la ayudó a bajarse. Ambas chicas comenzaron a caminar aquel bosque, el lugar era bastante espeluznante, los árboles estaban sin hojas, en sus troncos había escarcha…dicho así parece un paseo agradable, pero lo atemorizante eran los sonidos de los lobos que habitaban el bosque.

Las chicas comenzaron a caminar con cuidado, vigilando que ninguno de los lobos las cogiese de sorpresa, Vanesa le dijo a Jenifer.

─No te preocupes, saldremos de aquí rápido, solo tenemos que estar atentas.

─Yo no debería estar aquí, no hice nada ─dijo Jenifer.

─ Claro, yo tampoco hice nada, pero aquí estamos las dos…pérdidas.

─ No quiero morir.

─No vamos a morir ninguna. Si trabajamos juntas podremos salir de aquí.

─ Dice que sólo una saldrá con vida ─dijo Jenifer con temor.

─ No digas eso, las dos saldremos con vida.


Ambas chicas continuaron caminando por aquel bosque, todo estaba tranquilo, no se escuchaba ningún lobo aullar desde hacía rato. Pero un pequeño sonido las asustó, echaron la vista atrás para ver qué bestia las iba a sorprender. Pero allí no había ninguna bestia, ningún lobo, solo era un pequeño ciervo que las estaba siguiendo.


Jenifer quedó maravillada con aquel pequeño, se agachó y comenzó a llamarlo, el pequeño ciervo se acercó a las chicas y comenzó acariciar a Jenifer con su cabecita. Jenifer estaba entusiasmada, no podía creer que, en toda esta historia, hubiese algo tan puro.

El pequeño ciervo saltó encima de ella, le desgarró el pecho con sus dientes. Vanesa no podía creer lo que estaba viendo, Jenifer estaba siendo prácticamente devorada por una cría de ciervo.


Vanesa no se quedó mucho tiempo mirando, ya nada podía hacer por Jenifer, entonces decidió salir corriendo de allí, alejarse lo que más pudiera de aquel pequeño pero horripilante animal, corrió y corrió hasta que salió del bosque. Entonces, en la lejanía vislumbró unas luces, Vanesa se acercó, pudo distinguir varias casas, era un poblado, un poblado en el polo norte, corrió hasta allí para pedir ayuda a sus habitantes.


Se acercó a una de las casas, por la ventana vió a unas pequeñas personitas, tenían el tamaño de un niño. Vanesa sin saberlo, había llegado a la aldea de los Elfos. La joven comenzó a aporrear la ventana para así llamar la atención de la pequeña familia, pero los Elfos no escucharon. Entonces, se dirigió a la puerta principal de la casa y comenzó a aporrear pidiendo ayuda, pero tampoco dio resultado.

En ese mismo instante, notó como un cuerpo pesado se tiró encima de ella, y le desgarró el cuello. Aquella bestia era el pequeño ciervo.

Vanesa cayó de rodillas frente a la puerta de la casa, ya nada podía hacer, su vida acabó en ese instante.


Desde lo alto de una pequeña montaña se encontraba Santa Claus, ya no era una figura con luces, estaba de pie con una ligera sonrisa, observando como el pequeño ciervo devoraba a Vanesa, entonces dijo.

─ Ambas chicas actuaron igual, asesinaron a personas inocentes por alcanzar la fama, Jenifer no mató con su propia mano, pero sí provocó que una chica, una angelical inocente joven, atentara contra su vida. Cometió uno de los peores crímenes lanzando un falso rumor sobre la chica, la gente la mal señalaba cuando la veían, la insultaban, hasta que no pudo aguantar y se tiró de una azotea. Menos mal que lo vi todo y pude salvarla.

─Vanesa se ensució las manos de sangre, asesinando a una joven por un concurso de canto. Concurso que yo también intervine para que no ganara.

En ese momento el pequeño ciervo se acercó a Santa Claus, el hombre lo miró, se agachó y comenzó a acariciarlo, entonces le dijo:
─Mi querido Rudolph, te has vuelto a manchar la nariz de sangre. 

Capítulo 5: Feliz Navidad 

Alberto, Vanesa, Ander y Jenifer, habían encontrado su mortal destino, ahora solo queda saber cuál final tenía Santa Claus para Esteban.

La prueba que Santa Claus le tenía preparada a Esteban era una prueba muy fácil, en la que podría salir victorioso de ella. Esta vez Santa Claus no se encargaría de su juicio, lo harían sus pequeños trabajadores, los Elfos.

El castigo de Esteban consistía en estar sentado frente a unas pantallas en las que vería todo lo que estaba ocurriendo en el taller de Santa Claus, vería en directo como los otros asistentes recibirán sus respectivos castigos…sus muertes. Los Elfos juzgaría el estado de Esteban; sus expresiones y emociones. Entonces, según como se comportase, sería absuelto o no.
En su habitación no se encontraba la figura animatrónica de Santa Claus, en su lugar estaba el mismo Papá Noel.
─Te gusta mirar ¿Verdad? ─le dijo Santa Claus

Esteban no le respondió, solo se limitó a mirar las pantallas, en sus ojos se reflejaban todos los horrores que los asistentes vivieron antes de morir.
─ Si, te gusta mirar…tiempo atrás hiciste lo mismo, no peor aún.
Santa Claus miró a Esteban con una expresión de desprecio.
─ Caminabas por la calle, un sábado por la noche viste cómo unos chicos golpearon a otro chico, si hubieras intervenido, aunque sea con un simple grito, ahora mismo estarías en tu casa bebiendo chocolate, con tu familia, pero no, decidiste esconderte para que no te vieran que grababas esa brutal paliza, los otros chicos agarraron a su víctima, lo levantaron del suelo, luego le apuñalaron y dejaron que se desplomara golpeando su cabeza en el suelo…el mismo golpe le destrozó el cráneo, cuando ellos se fueron, te acercaste al yacente cuerpo del joven y comenzaste a fotografiarlo, no sabía cómo juzgarte, te lo confieso, hay muchos que no se entrometen por miedo, pero en tu caso fue distinto, disfrutaste de ese horror.

─ No iba a entrometerme, no sé porque recibió esa paliza, no sé qué había hecho para recibirla ¿Por qué iba ayudarle? Puede que haya sido un violador recibiendo un castigo de su vengador ─dijo Esteban.

─ Bien sabes que no fue así, él solo caminaba por la calle, había quedado con sus amigos, le pegaron solo por ser homosexual, nada más, pero poco te importa.
─ Si vas a matarme hazlo ya ─dijo Esteban.
─ Ya te lo dije, No seré yo quien te juzgue ─dijo Santa Claus mirando al fondo más oscuro de la habitación.

En ese momento Santa Claus se fue de la habitación, dejando a Esteban que siguiera viendo las muertes de los otros asistentes. El joven no se movía, no mostraba ninguna expresión; ni miedo, ni compasión.

Desde el oscuro fondo de la habitación aparecieron tres Elfos con cuchillos en las manos, los Elfos eran los típicos navideños, con ropas de colores y de grandes y brillantes ojos, unas orejas puntiagudas y una macabra sonrisa. Los Elfos comenzaron a caminar hacía Esteban, el joven podía escuchar sus pequeños pasos y pequeñas, pero macabras carcajadas, entonces dijo:
─ Ya estáis aquí…que sea rápido.
─ Según te quieras aferrar a la vida, así será tu sufrimiento ─le dijo uno de los Elfos.
Se acercaron a su silla y le asestaron varias puñaladas, Esteban podía sentir cada fría hoja que entraba en su cuerpo, el joven en aquel momento sentía dolor, mucho dolor, pero pareciera que no le importaba, es cómo si supiese que su castigo, era bien merecido.

Hoy es 24 de Diciembre, la noche en la que Santa Claus visitará los hogares de todo el mundo para colarse en tu casa y dejar regalos para aquellos que se portaron bien en el año, pero últimamente nuestro adorado Santa Claus, lleva el saco vacío de regalos, los humanos cada año nos comportamos peor, nos hemos vuelto muy intolerables, racismo, homofobia y…horrores innombrables ocurren cada día. ¿Tú qué piensas? ¿Santa dejará algo debajo del árbol, o de lo contrario te meterá en su saco para que visites su taller?. Cierra bien las ventanas y las puertas, y no olvides dejar la chimenea encendida.


Te deseo una gran y aterradora Navidad.