La Maldición de la muñeca de porcelana


La Maldición de la muñeca de porcelana

Sinopsis
Mirian recibe por su cumpleaños una hermosa muñeca de porcelana de nombre, Bulan.
Pero pronto descubrirá que la muñeca no es tan inofensiva, cómo parece.

Parte 1

Mirian es una joven coleccionista de muñecas. Pero no muñecas de plástico, a ella lo que le apasionan son las muñecas de porcelana. Tiene una habitación entera con estanterías repletas de esas muñecas, de todas las épocas y países. Llegó el día de su treinta y cinco cumpleaños y su amado Daniel, sabiendo cómo le apasionan, le regaló una muñeca de porcelana que provenía de indonesia, la muñeca se llamaba Bulan.

La muñeca era hermosa, con unos rasgos asiáticos perfectos, vestía un traje ceremonial de color azul hermoso y tejido a mano. Mirian quedó maravillada con la muñeca que su amado le había regalado. Llevó su nueva muñeca hasta su habitación de porcelana, como así la llamaba, y la colocó en un hueco de la estantería. En poco comenzaron a llegar todos los amigos de Mirian para su fiesta de cumpleaños y pasaron una tarde muy agradable.

Pero llegada la noche, unos extraños ruidos despertaron a Daniel, el novio de Mirian. ¿Empezó a caminar por el pasillo, aquella masa oscura no le permitía ver nada, pero sí pudo percibir una pequeña silueta correr hacía un lado <<Se habrá colado algún gato?>> pensó. Encendió las luces del pasillo, y se dirigió hacia la dirección donde vio la pequeña sombra correr. Llegó hasta la cocina de la casa, pero a simple vista no vio nada extraño. Empezó a buscar por la cocina al supuesto gato, pero no lo encontró.

Pasarón varios segundos hasta que Daniel se dio por vencido. Decidió ir acostarse, una vez que llegó al pasillo, volvió a escuchar un extraño ruido, esta vez provenía del salón, era como si alguien hubiese roto los cristales de su balcón.

─Alguien se ha colado, maldito hijo de puta, cuando te encuentre te pisotearé el cuello.

Daniel corrió hasta el salón en busca del individuo, pero cuando llegó y encendió las luces, no encontró a nadie, salvo un agujero en la parte de baja de su largo ventanal. Daniel se acercó y comenzó a inspeccionar el agujero del cristal, pero justo en ese momento siente como alguien le posa la mano encima.

─Cariño ¿qué ha ocurrido? ─Preguntó Mirian que justo acaba de llegar alertada por el ruido.

─Parece que un graciosillo se ha colado en nuestra casa, pero está todo bien.

─ ¿Un intruso? ¿En serio? ─Preguntó Mirian con miedo y preocupación.

─Al principio vi una pequeña sombra correr y pensé que era un gato. Pero al ver esto…no creo que un gato lo haya roto.

─Tenemos que llamar a la policía.

─Espera cariño, ya no está, me habrá escuchado venir y huyó, no corremos peligro. Vuelve a la cama, yo me quedaré aquí por si acaso.

─Me da miedo dejarte solo…

─No me pasará nada, vuelve a la cama.

─Vale, pero no tardes en venir ¿de acuerdo? ─Entonces Mirian le dio un beso a Daniel y se dirigió hacia la habitación.

la noche había terminado, la joven se levantó de su cama y se percató de que su marido no estaba <<ya habrá ido a trabajar>> pensó. Se dirigió a la cocina para preparase el desayuno, una vez que ya tenía listo su café y tostadas se dirigió al salón para desayunar mientras veía la televisión, tenía por costumbre desayunar viendo el noticiario antes de ir a trabajar. Cuando llegó vio a Daniel sentado en el sofá viendo la televisión.

─Cariño, pensé que estarías trabajando.

Mirian se extrañó al ver que su amado no le prestó atención, no le respondió. Por un momento pensó que no la había escuchado, entonces se dirigió hacia él. Mirian dio un enorme grito desgarrador al ver a Daniel sentado, con una profunda y larga herida en su cuello, con la muñeca de porcelana que le regaló a ella, sentada a su lado.

Parte 2

Daniel se encontraba yaciendo dentro de su féretro, rodeado de coronas de flores dedicadas por todos sus seres queridos. Mirian estaba desconsolada, muchos intentaron animarla, pero les fue imposible. Entre la multitud aparecieron dos detectives en busca de Mirian, una pequeña niña señaló donde ella se encontraba.

─Hola, soy la inspectora Hidalgo y el es el inspector del Prado.

Mirian les dirigió la mirada, pero seguidamente, devolvió la mirada hacía el féretro de su marido.

─Sentimos mucho lo ocurrido, señora, disculpa nuestra falta de respeto. Pero estamos investigando sobre la muerte de su marido, si pudiera ayudarnos… ─dijo el inspector del Prado.

─No sé nada, no sé que ocurrió. Mi marido, una noche antes de fallecer, me dijo que en nuestra casa se coló un intruso. Estoy segura de que a sido esa persona.

─ ¿Un intruso? ¿su marido tenía enemigos? ─Preguntó la inspectora.

─No, que yo sepa. Lo siento, no puedo responderle nada más ─dijo Mirian, con un sollozo.

Ambos inspectores se despidieron de Mirian y se alejaron del funeral de Daniel. Se dirigieron hasta su coche, entraron y fueron hacía a la comisaría de policía.

─ ¿De verdad crees que esa joven haya sido capaz de asesinar a su marido? ─Preguntó el inspector del Prado con extrañeza.

─Me gustaría creer que no fue ella, pero era la única que estaba en casa cuando ocurrió, dice que entró un intruso, pero ningún vecino escuchó nada. No la culpo, pero tampoco podemos dejar que se aleje demasiado.

Todos los asistentes al funeral de Daniel, se marcharon. Mirian quedó acompañada con su hermana Elena.

─Vámonos a casa.

─No, solo un poco más, por favor.

Su hermana se compareció de Mirian, entonces le puso la mano en su hombro sin decirle ni una sola palabra.

Había pasado un largo rato, ambas jóvenes se fueron dejando solo el nicho de Daniel. Llegaron a casa de Mirian.

─Me quedaré un tiempo contigo, hasta que vea que te recuperas.

─Si, muchas gracias ─dijo Mirian con un sollozo.

Mirian se acercó al sofá de su salón para sentarse, entonces quedó paralizada, observando la zona donde se encontró el cuerpo de Daniel, recordando haberlo encontrado muerto. Justo en ese rincón se encontraba Bulan, la muñeca de porcelana que su amado le regaló en su cumpleaños, estaba sentada.

─Vaya, que hermosa muñeca ─dijo Elena cogiendo la muñeca.

─Si, es el último regalo que me hizo Daniel, antes de…

─Entiendo, es muy bella.

Elena alzó la muñeca y la observó detenidamente, clavándole sus ojos a los ojos inertes de la muñeca, entonces un pequeño escalofrío y extraño temor, recorrió su cuerpo.

─Esta muñeca me da escalofríos, mejor llévatela.

─Si, la dejaré en su habitación.

Mirian se llevó a Bulan a la habitación de porcelana, se acercó a la estantería y colocó la muñeca en su hueco, en ese instante escucha algo romperse en el suelo. Echó la vista atrás y vio a una de sus muñecas, destrozada. Fue rápidamente hacia ella, y mientras se maldecía así misma, recogió los trozos.

─Esta es la muñeca que me regaló mi hermana el día que me gradué en la universidad ─dijo con lamento.

Elena estaba en la cocina preparando la cena, tenía los auriculares con música rock de los años ochenta y no percibió el cuchillo que levitó, cayendo al suelo, pero Mirian, que justo se dirigía a la cocina para tirar los trozos de la muñeca, si lo vio. Rápidamente se acercó hacía su hermana y le puso la mano en el hombro, para llamar su atención. Elena se bajó los auriculares.

─ ¿No viste lo que acaba de ocurrir? ─dijo Mirian con nerviosismo.

─ ¿Ha ocurrido algo? No he visto nada.

─Ese cuchillo, acaba de flotar, cayendo al suelo.

─Hermana, has tenido un día muy ajetreado. Siéntate y relájate, pronto estará la cena lista.

─No me digas que estoy alucinando, sé lo que vi.

─Puede que se me cayera a mí, no presté atención.

Mirian le dio ligeramente la razón a su hermana, ha tenido un día muy difícil, seguramente se lo habrá imaginado. La joven se dirigió al sofá, volvió a quedar paralizada recordando el cuerpo de Daniel sentado en el sofá, se dirigió a él, se sentó y acarició el lugar donde estaba su amado sentado. Elena se dirigió hacía su hermana con la cena lista, entonces las dos comenzaron a cenar, para seguidamente acostarse.

Ambas hermanas estaban durmiendo plácidamente, entonces unas extrañas risas despiertan a Elena. Aquellas risas parecían ser de una niña pequeña, la joven observó a sus alrededores buscando de donde provenían, pero no vio a nadie en la habitación. Elena estaba asustada, el miedo le recorría por su cuerpo. En aquella habitación no había nada que provocase aquel sonido, ni siquiera una televisión, se asomó por la ventana para asegurarse si había alguna niña en la calle con alguno de sus padres, pero era demasiado tarde, nadie transitaba por la calle a esas horas. Entonces, fue acostarse y notó clavarse algo en su espalda, era la mano de Bulan, que, sin saber Elena el motivo, estaba la muñeca en su cama.

Parte 3

Al día siguiente ambas hermanas estaban desayunando, entonces Elena recordó lo ocurrido anoche y le dijo a su hermana:
─Anoche tu nueva muñeca me hizo daño.
─ ¿Cómo te hizo daño? ─Preguntó Mirian.
─Escuché unas risas que parecía de una niña, me levanté para mirar por la ventana. Pero cuando volví a la cama, sin darme cuenta, la muñeca me clavó su mano en mi espalda.
─Eso es imposible, ayer dejé la muñeca en la estantería.
─Eso pensé. Pero, apareció en la habitación.
Mirian quedó extrañada con la conversación, era imposible que la muñeca se desplace por la casa si ayuda de nadie.
─ ¿Tú no la cogiste para nada? Es imposible que la muñeca se desplace por la casa sin ayuda de nadie.
─Yo no volví a cogerla desde que te la devolví.

Después de aquella pequeña conversación con su hermana. Mirian salió a dar un paseo para separarse un rato de su casa, de la que tantos recuerdos le traen. Elena le propuso acompañarla, pero Mirian quería pasar tiempo sola. Mientras caminaba se encontró con uno de sus amigos.
─Hola Mirian Javier, ¿Qué tal estas?
─Intento asimilar todo lo que ha ocurrido recientemente.
─Entiendo, tienes que sentirte tan sola.
─Mi hermana me está haciendo compañía.
─ ¿Está tu hermana en casa? Me alegra saber que no estas sola.
─ Si…Oye, ¿te apetece pasarte esta noche y cenamos los tres? Sé que te gusta mi hermana, podemos pasar una noche agradable.
─ ¿Por qué piensas que me gusta tu hermana?
─No soy idiota. Cuando Daniel estaba enamorado de mí, también lo descubrí. ¿Qué? ¿Vienes?
─Vale, voy, muchas gracias.
Mirian había pasado un par de horas caminando sin rumbo, entonces se dirigió a su casa. Una vez entró, se encontró a su hermana abrazando a Bulan, su muñeca y peinándola. Aquella escena le pareció algo extraña, su hermana no prestaba mucha atención a sus muñecas y mucho menos les daba esos cuidados.
─Hermana, tienes que cuidar muy bien de esta muñeca, es un preciado regalo que te hizo tu difunto marido ─le dijo Elena con una suave voz.
─Elena, estás muy extraña ─dijo Mirian, con incertidumbre.
─ ¿Extraña? No, estoy bien.
─Nunca cuidaste tanto de ninguna de mis muñecas.
─las otras muñecas no son tan valiosas como lo es esta.
Mirian le dio a su hermana ligeramente la razón, Bulan era en estos momentos la muñeca más valiosa que poseía.
─Esta noche viene Javier a cenar ─le informó Mirian.
─Me parece perfecto.

Pasado el tiempo, Javier llamó a la puerta de la casa de Mirian, mientras Elena preparaba la mesa para los tres, Mirian abrió a su invitado. Elena estaba se encontraba en la cocina cuando les dijo a su hermana y a Javier que se sentaran que ahora mismo iba a llevar la cena.
Mientras Mirian acomodaba a su invitado apareció Elena con una bandeja de horno que contenía una Lasaña casera recién hecha. Colocó la bandeja en el centro de la mesa y comenzó a servir las porciones en los platos.
Los tres pasaron una velada fabulosa, a Javier le encantó la, Lasaña de Elena. Cuando se iba a despedir Elena propuso que aún era temprano.
─Todavía no puedes irte ¿Qué es una cena si un brindis?
─Suena tentador, me uno al brindis.
─Genial, voy a por un buen Vino.
Elena se dirigió a la cocina en busca del Vino y unas copas dejando a Javier y a Mirian solos por un rato. Elena llegó con el vino y las copas, entonces empezó a servir el vino en las tres copas.
─Brindemos por mi hermana y su nueva muñeca ─dijo Elena alzando la copa.
Tanto a Javier como a Elena aquel brindis les pareció algo extraño, pero Javier sabía de la afición de Mirian con las muñecas de porcelana y Mirian sabía que a Elena no hay tomársela en serio en algunas ocasiones. Entonces Javier y Mirian alzaron sus copas aceptando el brindis de Elena y en ese mismo instante Elena alzó su otro brazo apuñalando el cuello de Javier.
─No dejaré que nadie se lleve a Mirian, ahora es mía ─dijo Elena con una diabólica Mirada.
Mirian, no podía creer lo que estaba viviendo en ese momento.

Parte 4

Medio cuerpo de Javier cayó a la mesa, la sangre de su cuello brotaba sin para manchando gran parte de la mesa y goteando en el suelo. Mirian estaba aterrorizada viendo como su hermana la miraba con una perturbada sonrisa.

─Qué… ¿Qué has hecho? ─Dijo Mirian con esfuerzo costándole pronunciar alguna palabra.

─Solo yo soy tu muñeca, no voy a dejar que nadie más se te acerque.

Mirian no entendió esas palabras que su hermana pronunció, y tampoco tenía la mente como para entender nada. Cuando recuperó un poco la cordura se dirigió hasta la puerta de salida para salir huyendo de allí, pero se encontró con la puerta completamente cerrada, su hermana, aprovechando la distracción de Mirian cuando llegó Javier, había cerrado con llave.

─ ¿Dónde crees que vas querida? ─Dijo Elena zarandeando las llaves de la casa.

─Elena ¿Por qué lo hiciste? No, es imposible, seguro que es una pesadilla, he tenido unos días fatales y mi mente está creando este horrible sueño.

─Estas muy despierta, hermana. Esto no es una pesadilla, no creas que estas durmiendo plácidamente, he apuñalado el cuello de ese hombre, no me costó ningún esfuerzo clavarle la hoja del cuchillo justo en el centro, fue tan fácil ─dijo con una diabólica sonrisa.

Elena comenzó acercarse a su hermana, pero esta se echaba hacía atrás lentamente hasta que, con sus manos, percibió una lampara. Entonces, y con precaución la agarró, espero a que Elena se acercara un poco más y le propinó un golpe en su cabeza, haciendo que cayera al suelo inconsciente.

estando su Elena tumbada en el suelo, Mirian agarró a su hermana y la arrastró hacia uno de los dormitorios de su casa, buscó algo fuerte para poder atarla e inmovilizarla en la cama. Encontró unas bridas que contenían algunas cajas vacías de sus muñecas de porcelana y con ellas ató las muñecas de las manos de su hermana y los tobillos. Cuando se aseguró que su hermana quedaría inmovilizada, llamó a la policía para denunciar lo ocurrido.

─Querida mía, los estas atrayendo al mismísimo infierno ¿No te basta con un solo cadáver en tu mesa?

Mirian se asombró al ver a su hermana consciente.

─No hay nada que pueda frenarme, ni siquiera estas bridas, tengo las muñecas rajadas, pero no seré yo quien sufra ese dolor. ─Elena esbozó una sonrisa seguida de una macabra carcajada.

Mirian salió de la habitación, todavía perpleja de lo que estaba viviendo. Llegó a cuestionarse si hacía bien en entregar a su hermana a la justicia, pero no podía dejar de obviar que apuñaló a sangre fría a una persona en su mesa.

Pasado un tiempo, una pareja policías llegó a la casa de Mirian, esta les abrió la puerta explicándole todo lo ocurrido. Los policías quedaron exhaustos ante el enorme hallazgo del crimen. Seguidamente se dirigieron hacia la habitación en la que Elena se encontraba atrapada. La joven les lanzó una perturbadora mirada seguida de una macabra carcajada.

─No deberíais haber venido hasta aquí, al hacerlo, habéis llegado al fina de vuestras vidas.

─Quedas arrestada por el asesinato de… ─No pudo terminar de hablar ya que su cabeza estalló.

Su compañero quedó inmovilizado ante lo presenciado, pero su asombro no tardaría mucho puesto que, su cabeza también estalló esparciendo su sangre y sesos por el suelo y el cuerpo de Mirian. Elena alzó una enorme carcajada burlesca.

─Te lo dije, nada puede frenarme, y sus muertes son solo culpa tuya. Ahora convivamos juntas alegremente, prometo no asesinar a nadie más si tu prometes no meter a nadie en esta casa.

Los días iban pasando y Mirian intentaba convivir con ese monstruo que había poseído a su hermana. El episodio vivido con aquellos policías fue algo tan atroz, como inimaginable. Y ver la forma en que sus cabezas estallaban le había dejado claro que el cuerpo de su hermana lo habitaba un ser demoniaco. Cada día para Mirian era un infierno, convivir con un ser maligno es algo de lo que nunca podrá acostumbrarse.

Pensó en varias ocasiones en buscar un sacerdote, alguien que purgara el cuerpo de Elena, pero no se fiaba de lo podría pasar, cualquier cura podría acabar con la cabeza estallando y no quería ver mas muertes. De repente el teléfono de Mirian sonó.

─Dígame.

─ ¿Tiene usted en su casa una muñeca de indonesia? ─Dijo una mujer desde la otra línea.

─ ¿Quién es usted? ─preguntó Mirian con incertidumbre.

─ Respóndame primero usted a esta pregunta y luego le diré quien soy. La muñeca se llama Bulan ¿Verdad?

─Si, tengo una muñeca Indonesa llamada Bulan.

─Mi nombre es Rosmary. Déjeme decirle que esa muñeca está maldita, tiene que deshacerse de ella.

─ ¿Cómo dice?

─ ¿Ha notado algo extraño últimamente?

Mirian quedó sorprendida por la conversación que estaba teniendo, recordando todo lo vivido anteriormente.

─Su silencio es su respuesta…Mierda, llego tarde.

─ ¿Cómo ha averiguado mi teléfono móvil?

─Tendrás muchas preguntas y pienso contestarlas todas, pero para eso tenemos que vernos.

Mirian quedó atónita, mostrando cierta desconfianza, pero aún así necesitaba respuestas sobre todo lo que está pasando <<¿Bulan tendrá algo que ver?>> Se preguntaba. Tenía que averiguarlo…no, necesitaba averiguarlo.

─Bien, vamos a vernos, pero que sepa que iré armada.

─Me parece bien, ahora mismo no te puedes fiar de nadie.

La llamada se cortó.

Mirian estaba sorprendida por la extraña conversación con que acaba de tener con Rosmary. Tal como le dijo ella, ahora mismo no puede fiarse de nadie, y menos de una desconocida que consiguió su numero de móvil.

¿Será amiga o enemiga? Era algo que tendría que averiguar.



Parte 5

Mirian se encontraba sentada en un banco del parque, esperando a Rosmary. Todavía dudaba si confiar en ella o no, pero si estaba totalmente convencida de que tiene las respuestas que ella busca. No pasó mucho tiempo cuando una pelirroja mujer apareció justo al lado de ella. Podría ser que la mujer fuese muy silenciosa, o que Mirian no estaba prestando atención a sus alrededores, pero cuando Rosmary apareció de repente, Mirian soltó un pequeño grito asustadizo.

─Discúlpame, no quería asustarla ─dijo Rosmary.
─ ¿Es usted Rosmary? ─Preguntó Mirian.
─Si, soy yo. Supongo que usted es Mirian.
─Si.
Rosmary se sentó justo al lado de Mirian.
─Mirian…Lo que tengo que decirte es algo horrible, espero que tengas la voluntad suficiente para ingerirlo y la mente muy abierta para creerlo.

Hace tres años, como regalo anticipado por el aniversario con quien compartía mi vida, Laura, nos regalaron una hermosa muñeca de porcelana. Su nombre era Bulan. Al principio pensé que era una broma de mal gusto, todo aquel que me conoce sabe perfectamente el miedo que le tengo a esas muñecas, pero a mi amada, les encantaba y por ello, solo por ello no rechacé el regalo. Pasarón varios días, Laura y yo pensamos en celebrar nuestro aniversario juntas las dos solas, pero luego nos dimos cuenta que sería muy buena idea organizar una fiesta y celebrarlo con todos nuestros amigos. Pero la buena idea en realidad fue la peor decisión que tomamos.

Estábamos todos disfrutando de una hermosa noche, hasta que de repente, aquello no era una fiesta de celebración sino…una fiesta de sangre. Todos nuestros amigos comenzaron a morir uno tras uno, de las formas mas horribles que puedes imaginar. La mano que alzó el puñal…Laura.

Mirian quedó absorta por el relato de Rosmary, no podía ni imaginarse vivir aquella situación. Por muy increíble que pareciese, ella misma había vivido ya dos casos inexplicables.

─ ¿Sabes que la llevó a ello? ─Preguntó Mirian con cierto tono asustadizo.
─Bulan, la muñeca de porcelana ─dijo Rosmary afirmando con seguridad.
─ ¿Cómo una muñeca tan frágil puede llegar hacer algo así? ─Preguntó Mirian con incertidumbre.
─Al principio no me lo creía, pero el comportamiento de Laura era de lo más extraño. Un día, ella me confirmó quien era verdaderamente, era Bulan. Cuando me dijo su nombre no podía creer en su palabra, pensaba como tu y lo ignoraba, hasta que me hizo levitar y tiró al suelo, diciéndome “tú eres mía”. Poco después indagué por internet en páginas de investigadores paranormales y encontré un articulo que hablaba de Bulan y de su pasado.

Hace exactamente noventa años, la muñeca fue un regalo que su madre le hizo a una niña por sexto cumpleaños. Eso ocurrió en un pequeño poblado en indonesia. Tiempo después unos intrusos entraron en la casa de aquella niña, acabando con la vida de sus padres y posteriormente asesinando a la pequeña. Aquello fue tan terrible como inesperado. Las almas de aquella familia fueron maldecidas por la ira de no haber podido ni siquiera defenderse. Aquellas almas en vez de cruzar al otro lado, fueron absorbidas por Bulan. Ahora la muñeca está maldita y su maldición le da un terrible poder en la mente humana.
¿Existe alguna forma de pararla? ─Preguntó Mirian.
─La única forma de evitar que tu hermana siga acumulando cadáveres es acabar con la vida de ella.
─No… ¡No, tiene que haber otro modo!
─Siento decirte que no lo hay…Yo pensaba igual, pero tuve que hacerlo, asesiné a mi novia, mi amada, mi hermosa flor.
─Asesinar a mi propia hermana…No soy capaz de algo así.
─Si no lo haces, tu hermana seguirá matando a todo aquel que se te acerque… ─En ese mismo momento un puñal atravesó su cuello.
Mirian quedó horrorizada al ver a su hermana detrás de ellas con el puñal en su mano y sacándolo del cuello de Rosmary.
─Oh, pobre Rosmary…te quería tanto, pero ahora tengo otra mejor amiga. Ya no me sirves ─dijo Elena con una escalofriante sonrisa.


Parte 6

Mirian salió huyendo del parque, estaba aterrada, horrorizada por haber presenciado nuevamente una espeluznante visión. Elena siguió sus pasos, pero sin correr, sabía que la alcanzaría, su mejor amiga no podía alejarse nunca de ella.
Mirian corría sin parar, y sin apartar mucho la vista de Elena, y es por ello que chocó contra el tronco de un árbol y cayó al suelo.

Elena se acercó a ella, zarandeando el cuchillo que uso para asesinar a Rosmari, su hoja todavía estaba manchada con la sangre de su última víctima.
─Querida amiga, no huyas de mí, no te voy hacer nada…mientras sigas a mi lado.
─¿Eso mismo le dijiste a Rosmari? ─gritó Mirian con lamento.
─Por supuesto, y mira como acabó por no hacerme caso.
─ ¡Maldigo el día que llegaste a mi casa! ─Exclamó Mirian con furia.
─Maldiciones, maldiciones, que sabrás tú de maldecir ─dijo Elena con una perturbadora sonrisa.
─Tal vez no sepa maldecir, pero si sé odiar y arrepentirme. Te odio y me arrepiento de tenerte en mi casa y en mi vida. ─Mirian se levantó del suelo y se acercó hacia el cuerpo poseído de su hermana. ─No sé qué tenga que hacer, pero encontraré la forma de que desaparezcas de mi vida y me devuelvas a mi hermana.
Elena soltó una carcajada burlándose de las palabras de Mirian.
─Muchos intentaron acabar conmigo durante todos estos años, pero todos están pudriéndose bajo tierra ─dijo con una perturbadora sonrisa.

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Semanas después.

Cada día que pasaba Mirian, vivía con temor desde el ultimo asesinato cometido por el cuerpo de Elena, pensaba que algún día, también llegará su turno. Necesitaba deshacerse de la muñeca, pero por mas que buscó e investigó, no encontró respuesta alguna, solo había una solución posible. Mirian se acercó a la cocina y abrió el cajón donde guarda los cuchillos, agarró uno y se dirigió hacia el cuerpo de su hermana. Elena se giró sonriente, mirándola fríamente.
─Vamos, hazlo, mata a tu hermana ─dijo Bulan con el rostro de Elena.
Miran acercó la punta del cuchillo al cuello del cuerpo de su hermana, su mano comenzó a temblar, entonces se echó a llorar.
─No puedo hacerlo… No puedo ─dijo Mirian rota en lágrimas.
─Lo que suponía. Soy tu mejor amiga, no quieres dañarme.
─Eres el mismo mal, no puedo quererte, aunque lo intentara.

Mirian se alejó del cuerpo de su hermana y se dirigió a la habitación de porcelana. Estaba rodeada entre las estanterías llenas de muñecas de porcelana. Alzó la vista y vio la muñeca de Bulan, la agarró y le dedicó una fría mirada. Mirian recordó todo lo mal que la muñeca le hizo, arrebatándole a su amado, a su amigo y… a su hermana. Su furia creció hasta un punto en que no pudo contenerla más y entonces, tiró la muñeca al suelo, destrozándola.

Mirian escuchó los gritos de su hermana, pareciese que se estuvieran retorciendo de dolor “Que has hecho” decía. Mirian se dirigió rápidamente hacía la puerta de la habitación para salir corriendo donde se encontraba el cuerpo de su hermana, pero notó como el suelo temblaba bajo sus pies, aquel temblor fue creciendo, pareciese que hubiese un enorme terremoto concentrado solo dentro de la habitación, todas las estanterías se tambaleaban al unisonó del suelo. No había pasado mucho tiempo cuando el extraño terremoto cesó. De repente, todas las muñecas que posaban en las estanterías comenzaron a caer,

Destrozándose contra el suelo.

Mirian estaba aterrada, pero el temor creció al ver cómo del mismo suelo emergió un extraño humo, haciéndose cada vez más grande, el humo adquirió una extraña forma, pareciese una unión de distintas cabezas humanas. Cada una de ellas representaba el alma que había en el interior de Bulan. Mirian se horrorizó al ver aquello y echó a correr.
Aquellas cabezas fantasmales la persiguieron por el pasillo de su casa, parecía un tornado de almas. Mirian legó a la puerta principal, intentó salir de la casa, pero no podía abrir la puerta, estaba atrancada. Mirian vio a su hermana, sentada en una silla, con la mirada perdida, no era consiente de lo que estaba ocurriendo.
─Elena…Hermana, ayúdame. ─Pero Elena no le prestó atención.
─Acabas de cometer un enorme error liberándonos, ahora vas a unirte a nosotros ─dijeron todas las cabezas fantasmales al unísono.
Mirian miró a su hermana.
─Vale, podéis hacer conmigo lo que queráis, pero por favor, dejad a mi hermana tranquila.
─No nos interesa tu hermana, solo te queremos a ti, serás nuestro nuevo cascarón.
Mirian volvió alzar la vista hacía su hermana dedicándole una sonrisa.
─Vale, lo haré, si me prometéis que dejaréis libre a mi hermana.
─Por supuesto, la liberaremos, y no le haremos daño.
─Antes demostrádmelo, ningún cuerpo puede ser poseído si su poseedor así no lo desea. Si me queréis, liberad a mi hermana ahora mismo, y me abriré a vosotros.
Elena recuperó la consciencia.
─Mirian… ¿Mirian? Qué…
─Hermana, me alegra tanto que este bien, por favor, veas lo que veas, actúa rápido.
Mirian se abrió de brazos acogiendo en su cuerpo todas aquellas almas en furia, Elena no podía ver que ocurría, solo veía a su hermana con los brazos abiertos. Mirian empezó a gritar al sentir a las cabezas fantasmales entrando en su cuerpo, sentía un dolor insoportable.
Elena fue alertada al ver a su hermana gritar.
Durante unos segundos los gritos de Mirian cesaron, entonces agarró el cuchillo que antes cogió y se apuñaló su pecho. Elena no podía creer lo que estaba viendo, no entendía porque su hermana había gritado de esa forma y se había acuchillado. Corrió hacía el yacido cuerpo de Mirian, empezó a gritar su nombre, pero no respondía, fue en búsqueda de su teléfono móvil y marcó el 112, numero de emergencias en España.
─Dígame ─dijo una voz de mujer desde la otra línea.
─Por favor, necesito una ambulancia urgente, mi hermana…
─ ¿Qué le ocurre a su hermana?
─Se acaba de apuñalar ella misma…
Elena dio la dirección de la casa de Mirian.
─Por favor, no tardéis.

Elena contempló el cuerpo de su hermana, puso su mano en el pecho ensangrentado de Mirian, y rompió a llorar. Pasó un tiempo hasta que la ambulancia llegó, llamaron a la puerta, Elena les abrió. Los paramédicos hicieron todo lo posible por resucitar a Mirian, Elena había perdido toda esperanza, hasta que vio como su hermana abría los ojos. En ese momento Elena empezó a llorar de alegría, los paramédicos alzaron a Mirian a la camilla y la llevaron hasta la ambulancia, Elena entró para acompañarlos hasta el hospital.
Mirian agarró la mano de su hermana, apretándola fuerte.
─Me alegra que estes bien ─dijo Mirian.
─No seas tonta, preocúpate por ti.
Mirian cerró los ojos con una sonrisa llena de paz.

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Pasaron varias semanas de lo ocurrido, a Mirian le dieron el alta en el hospital, Elena estuvo con ella en todo momento, sin separarse de su hermana. Ambas salieron del lugar.
─No entiendo que te ocurrió, que te llevó a querer…quitarte la vida.
─Lo siento hermana, aún es pronto para explicártelo, pero te prometo que te lo contaré todo.

La maldición de la muñeca de porcelana parecía que se hubiese esfumado, Mirian continuó con su vida normal, pero no era capaz de olvidar todo aquello que Bulan le hizo vivir, cada noche era una pesadilla, cada ruido creía que era una señal de su presencia. Cada vez era más difícil no dejar de creer que aquellas almas aún siguen acechándola.