La extraña mansión de la irrealidad

La extraña mansión de la irrealidad
Sinopsis
Una feliz pareja de recién casados adquieren una mansión para formar una feliz familia, de repente una extraña mujer los visita ofreciéndose como criada... Una mansión que oculta un terrible secreto ¿Te atreves averiguarlo?



Parte 1

Londres 1839.

En las afueras de la ciudad de Londres, existe una mansión en la que vivió la familia Barklay. En aquella mansión ocurrió una terrible desgracia. Durante varias noches el señor Barklay sufría de insomnio, pero no era un simple insomnio, el señor Barklay aseguraba, que veía a personas deambular por su habitación, e incluso llegaba ver a una mujer vestida con un largo camisón blanco a través de su ventana volando, así ocurría todas y cada una de las noches, hasta que decidió descansar de una vez y para siempre. Esa noche el señor Barklay acabó con toda su familia o eso dictaron en la investigación. Pero nadie llegó hasta el fondo de la verdadera historia de la mansión Barklay.

La casa estuvo bastante tiempo sin ser habitada por las espeluznantes leyendas que de allí se cuentan, pero en el año 1843 la casa, volvió acoger a un joven matrimonio que se acababan de casar y soñaban con formar una familia en una hermosa mansión de ensueño, una casa enorme rodeada de un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, decorado con una enormes y hermosas esculturas. Ellos eran; el señor y la señora Clover, un apellido muy peculiar, ya que la suerte no iba a estar de su lado por un tiempo. Cuando llegaron a la casa sintieron una enorme felicidad, comenzaron a recorrer todas sus habitaciones, y otras secciones de la casa. Estaban maravillados de lo enorme que era, el señor Clove sintió hasta preocupación de su pequeño retoño, que su esposa esperaba, se perdiera correteando por los pasillos.

A la mañana siguiente de que llegaran a la casa, llamaron al timbre y la señora Clover fue atender a quien era que llamase. Cuando la señora de la casa abrió se sorprendió de ver ante ella a una mujer que imponía, era una mujer alta, bastante mas alta que ella, con un cuerpo grande que mostraba fortaleza y salud, la mujer en cuestión aparentaba unos cuarenta años de edad, vestía un vestido negro con un gorro que le bajaba un velo negro, tenía casi todo su cuerpo cubierto era como si no sintiera los rayos del sol.

─ Muy buenos días, mi nombre es Rosalin – dijo la enorme mujer con una sonrisa.

─ Encantada Rosalin, mi nombre es Emma…Emma Clover – dijo la señora de la casa con el nerviosismo que le provocaba ver aquella mujer.

─ Bueno, veras vengo buscando trabajo, soy una experta en las labores domésticas, puedo cuidar su casa, como si fuese la mía propia, conmigo aquí siempre estará reluciente ─, Rosalin se fijó en la barriga de la señora Clover, entonces se percató de que estaba en cinta. ─ Vaya, viene un alma nueva a nuestro mundo, déjeme aprovechar para decirle que también puedo cuidar de vuestros hijos, soy una gran institutriz, estudié magisterio en una de las mejores universidades de Londres ─.

─ Vaya, me sorprende, justamente estamos buscando personal para que se encargue de las labores de la casa, pero no puedo asegurarle nada, mi marido es quien toma esa decisión ─.

─ ¿Esta su marido en casa? ─ preguntó Rosalin.

─No, todavía no ha regresado del trabajo déjeme su dirección y le haré llegar una misiva con la decisión ─.

Rosalin miró fijamente a los ojos de la señora Clover, entonces le sonrió, aquella sonrisa impresionó más a la señora de la casa, jamás había visto nada igual, era una enorme y larga sonrisa, pareciera que tuviese una enorme lombriz en lugar de una boca.

─ No se preocupe, puedo esperar y mientras prepararé el té, así le muestro mis maravillosas artes ─.

Emma frunció el ceño mostrando desconfianza, era una extraña que había llamado a su puerta pidiendo trabajo, aunque iba muy bien vestida para ser una simple sirvienta, pero como le dijo antes, estudió magisterio, pero ¿por qué una mujer con estudios universitarios pide trabajo como sirvienta? Se preguntó Emma.

─ Yo le respondo, trabajar como educadora en un colegio no es lo mío, me encantan los niños, los adoro, pero los prefiero aguantar de uno en uno, sería un suicidio mental meterme en una clase llena de niños revoltosos ─.

─ ¿Cómo supo lo que estaba pensando? ─ le preguntó Emma con incertidumbre.

─ Siempre es igual, cuando voy a pedir trabajo a una casa me preguntan lo mismo, por mi forma de vestir ─.

Emma se apartó de la puerta invitándola a entrar, la mujer imponente sintió agradecimiento dedicándole una sonrisa, Emma fue hacia la cocina para preparar té, pero Rosalin se lo prohibió, en su estado no debería de trabajar tanto, la mujer imponente lo iba a preparar con gusto y así aprovechar para mostrar sus maravillosas habilidades.

─ Quiero que sepa que ya trabajé en esta casa con anterioridad, hace varios años, con anteriores señores de la casa ─.

─ ¿Trabajó con los Barklay? ─ preguntó Emma.

─ Por supuesto que sí, una familia encantadora ─.

─ Entonces sabrá que ocurrió con la familia ─.

─ Pues…Ocurrió una verdadera desgracia, ver a esos pequeños con balas de escopeta, en sus camas durmiendo como si nada hubiera pasado, no soy capaz de borrarme esa imagen en mi cabeza ─.

─ Si, leí el caso…no sé cómo pudo hacer eso…si quería matarse solo tenía que ponerse la escopeta en la boca y dispararse, no llevarse a su esposa y esos pobres angelitos ─.

─ Bueno, lo de angelitos lo dejamos para otra conversación, pero si…tiene usted razón ─.

Rosalin había terminado de preparar el té, colocó dos tacitas con la tetera en una hermosa bandeja plateada y se dirigió al sofá junto con Emma, colocó la bandeja en una pequeña mesa de cristal y Rosalin le sirvió el té, a la señora Clover. En ese mismo instante el marido de Emma, llegó a su casa, entonces se encontró con la mujer desconocida, la miró de arriba abajo y sintió un pequeño escalofrío.

─ Oh, usted debe ser el señor de la casa deje que me presente, mi nombre es Rosalin, un verdadero placer ─.

─ Encantado, soy Thomas, Thomas Clover ─ dijo el señor Clover con cierto tartamudeo.

─ Querido, disculpa…la señora Rosalin… ─ Rosalin le interpuso la mano a la señora Clover.

─ Señorita Rosalin, aún no estoy casada ─ dijo con una pequeña sonrisa.

─ La señorita Rosalin está buscando trabajo como sirvienta en la casa ─.

─ Por supuesto, cuéntenos su experiencia ─.

Los señores de la casa y la señorita Rosalin se dirigieron a la mesa donde se había servido el té, Rosalin sacó de su bolso una carpeta en contenía algunas notas y su currículum, entonces lo abrió y mostró su vida laboral y estudios a los señores de la casa.

Los señores de la casa quedaron encantados con el currículum de la señorita Rosalin, en ese momento decidieron darle el trabajo a ella, pero Rosalin no sería una sirvienta cualquiera, no. Su vida laboral y todos sus estudios universitarios demostraron que sería una perfecta ama de llaves. Rosalin no solo estudió magisterio, también tenía estudios sobre medicina, ciencia biológicas y herboristería, en definitiva, una gran mujer de cultura. Pero lo que los señores Clover todavía no sabían era el giro tan drástico que daría sus vidas, a partir de ahora.

Él matrimonio estaba durmiendo plácidamente hasta que algo alertó a Emma, un ruido atronado venía desde abajo, la señora Clover se despertó totalmente asustada, entonces se levantó rápidamente de la cama, se dirigió hasta la salida de su habitación para ver que había provocado aquel ruido. ¿Serán intrusos? Pensó, comenzó a bajar las escaleras despacio, justamente en la pared de la escalera tenía una especia de espada con hoja fina, decorando la pared, entonces la agarró y continuó bajando las escaleras, con cierto temor, aunque pudiese defenderse con la espada, no sabía cuántos eran. Llegó hasta debajo de la escalera y desde el ahí vio una extraña y alargada sombra en la pared de la cocina, entonces gritó el nombre de su marido, Thomas se despertó de seguida y bajó hacia donde estaba su mujer, muy preocupado.

─ ¿Qué te ocurre? ─ le preguntó Thomas.

─ En la cocina hay alguien ─ dijo Emma señalando hacia la cocina.

Entonces Thomas puso a su querida esposa justo detrás de él, para protegerla. Emma agarraba fuertemente la fina espada, preparada para rajar con ella, al intruso. Cuando llegaron a la cocina descubrieron que el intruso era la señita Rosalin, preparando el desayuno de los señores de la casa.

─ ¿Qué hace usted tan temprano? ─ preguntó él señor Clover con incertidumbre.

─ Señores ¿Qué hacéis con esa espada? Me habéis asustado ─ dijo Rosalin zarandeando las manos.

─ ¿Qué te hemos asustado? Escuchamos extraños ruidos aquí abajo, creíamos que sería algún intruso ¿Qué hace tan temprano? ─ dijo Emma con nerviosismo.

─Perdonen, no era mi intención asustarlos, quedamos en que empezaría mi horario laboral desde las cinco de la madrugada, para amasar el pan ─.

─ Cierto…disculpa…nos vamos a dormir ─ dijo Emma.

─ Bien descansen, en un par de horas estará el desayuno listo ─.

Los señores volvieron a la cama para terminar su descanso, no están acostumbrados a tener sirvientes en la casa, ellos gozaban de dinero, pero no tanto. Este año la fábrica de hidromiel en la que Thomas es dueño dio un próspero beneficio y gracias a ello que pudieron comprar la casa y contratar a Rosalin. Ya había pasado varias semanas desde la llegada de Rosalin y nuevos empleados llegaron también a la casa, muchos de ellos fueron recomendados por Rosalin, en especial el jardinero que era su no marido ya que, como dice ella, no están casados, pero viven juntos como un matrimonio, ningún papel decide quien ama a quien, esa es su verdad. Los días en la casa eran bastante movidillos, los señores Clover estaba muy felices de que la casa se llenara de vida y muy contentos con los empleados que contrataron, todos eficaces y respetuosos. Pero esa alegría no duraría mucho. Una de las noches en la que estaban todos durmiendo, a Emma la despertó algo realmente extraño, pudo escuchar como en su habitación hablaban dos personas entre ellos, como si fueran susurros lejanos. Emma en un principio pensó que sería por el sueño que tuvo, el típico fragmento con el que te despiertas y sigues viendo o escuchando una vez despiertas, pero las voces no se callaban y eso ya le pareció más extraño…puesto que en su habitación solo estaba ella con su marido al lado, durmiendo. Acercó su oído a su marido para corroborar si era él quien hablaba, podría hacerlo en sueños, pero no era su marido, alguien más estaba en su habitación, escondido. Comenzó a inspeccionar a su alrededor para averiguar de dónde venían las voces, de repente vio como las dos puertas del armario que tenía justo enfrente de su cama, se abre.

Entonces Emma se dirigió despacio hacía el armario, comenzó a mirar en su interior por si encontraba a los culpables, en la casa tenían a dos jóvenes trabajando con ellos, según Rosalin son sus nietos, pensó que podría ser una rebeldía de ellos, de ser así los iba a reprender, pero en el interior del armario no había nadie, entonces Rosalin, extrañada y algo asustada, cerró las puertas. Pero cuando se volteó para volver a irse a la cama, las puertas del armario volvieron abrirse.

─ Si es una broma por favor, parad ya queremos descansar ─ dijo mostrando seriedad mientras volvía a cerrar las puertas del armario.

Entonces Emma se dispuso a volver a su cama, pero antes quería asegurarse de que el armario no volvería abrirse, entonces cogió las llaves que cerraban las puertas del armario y lo cerró, entonces se volteo y justo frente a ella pudo ver a un hombre corpulento, con una pequeña barba frente a ella, apunándola con una escopeta en su cara. El hombre que apareció frente a Emma con una escopeta se desvaneció, parecía que la misma oscuridad de la habitación se lo hubiera tragado. Emma estaba aterrorizada, no podía soportarlo más, entonces dio un enorme grito. Thomas se despertó alarmado, asustado, lleno de preocupación. Se dirigió preocupado donde su esposa.

─ ¿Qué ocurre? ─ Preguntó Thomas preocupado.

─ He visto…he visto a un hombre…apuntándome con una escopeta ─ dijo Emma mientras intentaba respirar.

─ No hay nadie cariño, seguro que fue una horrible pesadilla ─ dijo Thomas abrazando a su amada, ─ Volvamos a la cama ─.

Mientras se dirigían a la cama, alguien pegaba golpes en la puerta de la habitación, Thomas se extrañó al oír los golpes, pero Emma comenzó a ponerse nerviosa, Thomas se dirigió a la puerta para abrirla y ver quien era.

─ No lo hagas cariño, puede volver aquel hombre ─ dijo Emma asustada.

─ Puede ser alguno de los criados ─ Thomas se dirigió hacia la puerta para abrirla, y efectivamente, era uno de los criados, la señorita Rosalin estaba detrás de la puerta, preocupada.

─ Señora ¿se encuentra bien? ─

─ No se preocupe Rosalin, ha sido una pesadilla ─ dijo Thomas.

─ Menos mal, me había preocupado ─.

─ Muchas gracias de verdad, pero no se preocupe ─ dijo Emma, entonces la señorita Rosalin se despidió de los señores y se fue a su habitación.

Emma pasó el resto de la noche en vela, sin poder pegar ojo, era como si tuviese miedo de dormirse, como si temiera que al dormir aquel hombre volviera aparecer para acabar con sus vidas de un disparo.

La mañana ya había llegado, la señora Emma estaba adormecida, no podía disimular que la noche anterior, no pegó ojo. La señorita Rosalin y dos jóvenes de entre doce y catorce años de edad, estaban en la cocina preparando el desayuno. Emma se dirigió a la mesa de la cocina y se, sentó en ella, entonces la joven le acercó una taza y el joven le sirvió el café.

─ Ya os expliqué que tenéis que saludar a la señora ─ dijo Rosalin reprimiendo a los jóvenes.

─ No se preocupe, no es necesario cabeza ─ dijo Emma con cierta sonrisa.

─ Señora, no me quiero inmiscuir, pero… ¿Qué le ocurrió anoche? ─ dijo Rosalin con cierta preocupación.

─ No lo sé…las puertas del armario se abrieron, luego aquel hombre…no sé qué ocurrió ─ dijo Emma con nerviosismo.

─ Las casas son como nosotros, guardan recuerdos de lo que sucede en ellas y los reflejan como fantasmas, no te preocupes por el hombre que te apuntó con la escopeta, solo es un simple fragmento de lo que una vez aquí ocurrió ─.

Emma quedó sorprendida de lo que Rosalin le dijo ¿cómo sabe que la apuntó con una escopeta? Pensó, ella no le mencionó nada de eso…no debería de saberlo.

─ ¿Cómo sabes que me apuntó con una escopeta? preguntó Emma con incertidumbre.

─ Yo estuve aquí esa noche, tengo el mismo recuerdo que la casa, por eso lo sé ─ dijo Rosalin con una sonrisa.

Emma no estaba muy segura de creer en las palabras de Rosalin ¿Qué la casa tiene recuerdos? Es absurdo, pensó. Pero tampoco podía desconfiar del todo de su ama de llaves, posiblemente la mujer tenga un sexto sentido y pueda ver, oír y sentir cosas que no muchos pueden. Emma creía en la existencia de otro mundo, la señora Clover no habría sido la primera experiencia paranormal vivió, Emma también tenía sus secretos.

Un día una joven niña estaba jugando al escondite, lo que para una niña era algo normal, para los demás no, puesto que jugaba con una niña invisible, pero no era invisible para la pequeña, sino para sus padres. Aquella niña era Emma con su amiga invisible, una niña que solo veía y escuchaba ella. Sus padres en un principio pensaron que sería por las ganas de tener una amiga que ella se la haya inventado. Pero pasaban día y meses y siempre jugaba con la misma amiga invisible, los padres la llevarán con especialistas, cuyos especialistas solo sabían recomendarles medicaciones y más medicaciones, pero esas soluciones no bastaban, no le funcionaban, la pequeña Emma seguía jugando con su amiga invisible. Un día sus padres le preguntaron por su amiga, por sus padres, por su vida en general.

─ Chloe no vive con sus padres ─ dijo la pequeña Emma.

─ ¿Es huérfana? ¿sus papis están muertos? ─ le preguntó su madre.

─ Sus padres están vivos, la que está muerta es ella ─ dijo Emma mostrando naturalidad en sus palabras, una extraña naturalidad… Sus padres quedaron asombrados al ver como hablaba su hija de la muerte de una forma tan…natural.

Sus padres la miraron con una fría expresión, Esta vez incluso se podría decir que sintieron miedo de su hija. Los años pasaron y Emma seguía creciendo, menos su amiga invisible, una noche Emma sintió una terrible tristeza, su querida amiga, a la que, aunque muerta, la consideraba su mejor amiga, vino a despedirse. Los padres de Chloe habían fallecido y la pequeña fantasma ya no podía seguir en el mundo de los vivos, ella permaneció en el mundo terrenal esperando a sus padres para irse con ellos, pero tampoco podía irse sin despedirse de su querida amiga Emma, la que le dio una infancia, que nunca tuvo.

Parte 2

Emma nunca habló con nadie sobre su sexto sentido, ni siquiera su marido sabía sobre sus visiones, ella no quería que la tomasen como una loca y es por eso que vivía sufriendo su temor ella sola.

─ Bien Rosalin, muchas gracias, vuelvo a mi habitación ─.
─ Por su puesto señora, yo haré mi trabajo aquí abajo ─.

Pasarón varios días y llegó el domingo, Thomas había organizado un picnic con su mujer en el parque de Hyde Park. Pero el matrimonio no iría solo, con ellos iban a ir la señorita Rosalin y los dos jóvenes, Claudio un joven Ingles, aunque de padres españoles, y Melisa. El plan era pasar un día tranquilo, agradable, comiendo mientras admiraban el hermoso lago Serpentine, y paseando por uno de los parques con mayor historia de Londres. Melisa y Claudio son los sirvientes más jóvenes de la casa, eran extremadamente educados para su edad, pero lo que más extraño parecía es que nunca hablaban con nadie, solo tenían conversaciones entre ellos dos, si mientras hablaban alguien se acercaba, ellos se callaban y adquirían una fría expresión, aunque más que fría, era triste, de añoranza.

Thomas y Emma estaban sentado frente al lago Serpentine, ambos abrazados, mientras la señorita Rosalin y los dos jóvenes preparaban el mantel donde pondrían los aperitivos. Thomas comenzó acariciar la barriga.

─ Estoy deseando que nazca ─ dijo Thomas después de besar en la barriga de Emma.

─ Yo también ─ dijo Emma con una sonrisa.

Los aperitivos ya estaban listos, los tres criados se alejaron del feliz matrimonio, una regla que la señorita Rosalin interpuso ante al resto de criados era “no estar al lado de los señores mientras comían”, cuya regla los demás criados respetaban muy bien, aunque los dos jóvenes a veces había que refrescarles un poco la memoria ya que ellos se alejaban de los señores, pero a la vez, estaban cerca de ellos. Él feliz matrimonio había terminado de comer y decidieron dar un paseo por el parque, los criados fueron acompañarlos, pero ambos decidieron estar a solas, dándoles el resto de la tarde libre a los jóvenes para que se distrajeran. Thomas y Emma estaban maravillados con el parque, era la primera vez que paseaban por allí, en su pueblo natal, Castle combe, no tenían ese parque, era la primera vez que Vivian en Londres, lo visitaban si, pero no lo conocían muy bien, pero si lo suficiente para decidir vivir allí.

Pasaron largas y tendías horas, aunque para ellos el tiempo pasó sin darse cuenta, entonces decidieron regresar a casa. La señorita Rosalin llegó a la casa antes que ellos para así preparar la cena con tiempo, los señores de la casa se sentaron en la mesa del salón principal para cenar. Mientras ambos cenaban Emma sintió algo extraño, era como si alguien que no estaba en ese momento, la estuviese observando. Comenzó a sentirse incomoda, pero sobre todo aterrada, “Otra vez” pensó, miró al plato de carne con verduras que estaba cenando y luego alzó la vista hacia su marido, entonces su expresión cambió a un tono más frío cuando vio al mismo hombre corpulento acompañado de dos niños que ella no conocía, justo detrás de su marido. Thomas sintió un pequeño escalofrío en su nuca, pero no sabía el porqué, pensó que sería por el frío, pero no, ese escalofrío es el mismo que sientes cuando notas que estas siendo observado, algo en lo que Thomas no se percató.

Él matrimonio terminó de cenar, ambos se levantaron de la mesa para ir a su habitación, cuando se disponían a subir la escalera Emma notó como alguien le agarraba la mano, entonces echó la vista atrás, pero no había nadie…Aunque Emma sabía que si había alguien, aunque no le viese en ese momento, de lo que si vio y se percató fue de Rosalin, que miraba en dirección a ellos, pero era como si estuviese viendo a la persona invisible que agarró a Emma de la mano, Emma mostró una pequeña expresión de incertidumbre, sabía que Rosalin estaba viendo algo…o alguien con ellos, pero lo que no sabía es que Rosalin tuviese un sexto sentido, igual que ella. Una vez llegaron a la habitación, Thoma y Emma se acostaron en la cama, no pasó mucho tiempo cuando Thomas se durmió, pero Emma esa noche la volvió a pasar despierta, vislumbrando el rostro de una niña que estaba en su cama, encima de ella, una niña que ella, no conocía…alguien que no debía estar en su habitación. Aquella niña fantasmal la miraba con una triste pero fría expresión, Emma estaba aterrorizada, por muy acostumbrada que estuviera a ver personas fallecidas caminar por nuestro mundo, jamás se le quitaría ese temor que sentía al verlos. Pasado un tiempo la niña desapareció, se desvaneció frente a ella, pero justamente apareció un niño justo al lado de ella, de pies mirándola fijamente, aquel niño le puso la mano en su frente obligando a Emma a dormir.

Emma se encontraba caminando en una extraña y pequeña casa que no conocía, mientras caminaba escuchaba el lamento de una mujer, comenzó a buscar a la mujer siguiendo sus sollozos, Entonces llegó hasta una pequeña habitación donde se encontraba Rosalin, su ama de llaves, llorándole a un hombre mucho mayor que ella, que yacía muerto en una cama.

De repente Emma se despertó en mitad de la noche, todavía podía ver la imagen de Rosalin llorando justo frente a ella. Aquel sueño le había despertado a Emma bastantes dudas… ¿Quién es Rosalin realmente? ¿A quién le lloraba? Pero no obtuvo una respuesta clara, aunque sí pudo escuchar dos voces que sonaban al unisonó, dos voces que no venían de ninguna parte, que le decían… Protégelo.

La mañana llegó y Emma como cada día bajó a la cocina, entonces vio que la señorita Rosalin había preparado el desayuno y lo estaba sirviendo.

─ Muy buenos días Señora, su desayuno está apunto ─.

Emma arrastró un poco la silla y se sentó en ella, comenzó a inspeccionar lo que la señorita Rosalin le había preparado, tenía un par de tostadas, un plato con tortitas y un vaso de zumo de piña. Los dos jóvenes de la casa, le sirvieron el café en su taza, a Emma le gustaba el café negro y con una textura algo espesa, a ella no le gustaba el agua negra, sino sentir el café en su boca al beberlo.

─ Anoche…tuve un extraño sueño sobre usted ─ dijo Emma con extrañeza.

─ ¿Sobre mí? ─ Preguntó la señorita Rosalin con incertidumbre. Emma comenzó a explicarle el sueño que tuvo y lo extraño que todo le pareció.

─ Usted perdió a su marido ¿por eso no está casada? ─ Preguntó Emma.

─ No señora, nunca me casé como ya le expliqué y nuca lo haré, no creo en la iglesia ni en la religión ─.

─ Es extraño ver a una persona atea, en esta época ─ dijo Emma.

─ No soy atea, tengo mis creencias, pero no creo en Dios, solo eso ─.

Emma Terminó de desayunar y se fue de la cocina dirigiéndose a su habitación, la señorita Rosalin empezó a recoger la mesa y lavar la vajilla.

─ Sospecha algo ─ le dijo Melisa.

─ Va descubrir quienes somos ─ Dijo Claudio.

─ No os preocupéis, que lo solucionaré, pero ya os dije que lo que hicisteis ayer, fue muy arriesgado ─ dijo la señorita Rosalin con un frío tono.

Emma pasó la tarde leyendo un libro en su habitación, entonces escuchó por su ventana el cómo su marido llegaba a su casa acompañado de un aguacil. Eso le pareció extraño, ¿por qué un aguacil vendría con su marido? Emma bajó rápidamente las escaleras para atender a su marido y al, aguacil, pero cuando abrió la puerta su marido, no estaba. Aquello le pareció muy extraño, comenzó a sentir tristeza de la nada, era como si supiera lo que el aguacil le iba a decir.

─ ¿Es usted la señora Clover? ─ preguntó el aguacil.
─ Si ─ respondió Emma.
─ Señora…no sé cómo decirle esto, pero, encontramos a su marido muerto, flotando en el lago Serpentine, esta mañana ─.
─ Es imposible, mi marido pasó la noche conmigo ─.
─ Es imposible señora, su marido lleva casi un día muerto, parece ser que fue asesinado por algún tipo de bestia ─.

Emma cayó de rodillas al suelo, no podía soportar la tristeza que estaba sintiendo en ese momento, no dudaba de las palabras del alguacil, de alguna manera sabían que eran ciertas…

─ Lo siento mucho señora…de verdad que lo siento ─.

Emma ni siquiera miró al alguacil marchar, en ese momento era como si estuviese en la nada, no escuchaba, no sentía, no vivía…se había quedado sola, ya no sabría cómo vivir sin su marido, comenzó abrazar su barriga y acariciarla, entonces dirigió su vista hacia ella y dijo.

─ ¿Ahora que haremos los dos solos? Solo nos tenemos el uno al otro para arroparnos ─.

Había pasado unas dos semanas desde que el cuerpo de Thomas, fue encontrado flotando en el lago Serpentine. Emma pasó esas dos semanas llena de dolor y sufrimiento, esperando que un día, su amado regresara a su casa como cada día, después de trabajar. Pero tenía que aceptar su muerte, tenía que aceptar que jamás volvería abrazarlo, o por lo menos físicamente. Durante esas dos semanas Thomas la visitaba cada noche, eran las únicas horas del día en las que Emma sentía algo de paz y felicidad, eran las únicas horas en las que Emma agradecía el don con el que había nacido. Para Emma su rutina había cambiado totalmente, dormía de por el día y se mantenía despierta por la noche esperando ver a su marido, Thomas no aparecía todas las noches y eso llenaba a Emma de dolor, pero confiaba en que volvería aparecer y así era.

En cambio la señorita Rosalin estaba preocupada por la señora de la casa, Emma era una mortal al fin y al cabo, no podía tener ese nivel de vida, es muy malo para su salud, tanto física como mental, pero lo que más le preocupaba era que le ocurriese algo al bebé que Emma traía consigo. La señorita Rosalin cada mañana la intentaba despertar, pero era imposible y no es que Emma no escuchase la ama de llaves llamar a su puerta, la escuchaba bastante, incluso había veces en las que Emma le ordenaba que la dejase en paz, pero la señorita Rosalin cumplía con su trabajo, al fin y al cabo, dejarle la bandeja tanto del desayuno, como el almuerzo, Emma solo bajaba para cenar.

Cada día que pasaba Emma desconfiaba cada vez mas de los criados que tenía en su casa, a la señorita Rosalin la obligaba a probar la comida que ella le servía, para así evitar ser envenenada. Pero la señorita Rosalin obedecía sin chistar, sabía que sus platos no estaban envenenados, ella jamás cometería algo tan atroz, pensaba. Una tarde la señorita Rosalin salió de la casa, lo hacía cada tarde, pero al ser en sus horas libres Emma no prestaba atención, sabía que tenía una casa que atender, pero ese día decidió seguirla ¿Quién sabe? Podría descubrir algo que certifique sus sospechas, pensó Emma. Cuando Rosalin salió de la casa, Emma espero varios segundos para salir y seguirla, para averiguar dónde iba, que ocultaba, el camino que Rosalin seguía era extraño, no se dirigió a la salida de la parcela de la mansión, sino un cementerio que había detrás de la casa, un lugar en el que descansaban todos y cada uno de los dueños que la mansión tuvo antes que los Clover, había generaciones enteras enterradas bajo esa tierra. Rosalin paró frente a dos tumbas y comenzó a llorar en ella, era una zona del cementerio en la que había difuntos sin lapidas que les recordase, no tenían nada, ni una simple cruz, solo unas pequeñas montañas en la tierra que indicaban que estaban ahí.

─ Esperadme un poco más, ya queda menos para poder unirme a vosotros…por favor tened paciencia ─ dijo Rosalin con lamento.

Emma mientras se acercaba a ella, la escuchó llorar, en ese momento se dio cuenta que Rosalin también era humana, que también estaba sufriendo por haber perdido a los que amaba, que llevaba años sufriendo, el mismo dolor que está sufriendo ella, desde la muerte de Thomas.

─ ¿Son tu familia? ─ preguntó Emma con cierto lamento y sin titubeo.

─Si señora, mi hijo y mi primer amor, ambos se los llevó…la misma vida ─ dijo Rosalin mientras lloraba.

─ Lo siento mucho, no sabía que…. ─ Rosalin le cortó la palabra. ─ No sé preocupe señora, todos tenemos alguien a quien llorar…ni usted ni yo, somos las únicas ─.

Él día había terminado con normalidad, esa noche Emma estaba en su habitación acurrucada en las rodillas de su marido, era algo bastante extraño ya que normalmente los fantasmas, no puedes tocarlos, o eso dicen. Pero también es cierto que un fantasma es alguien ya fallecido, que camina entre nosotros.

─ Te extraño tanto ─ dijo Emma a su difunto marido.

─ Lo sé querida…Yo también te extraño ─.

─ ¿Cuándo me vas a decir quién te mató? ─ dijo Emma con extrañeza.

─ No lo recuerdo amor, no recuerdo nada de ese día ─.

En ese mismo instante se escuchó un fuerte golpe que venía de abajo, Emma se alarmó extrañada, luego pensó que sería alguno de los criados, ya que casi todas las noches las pasaban allí, menos en sus días libres, entonces no sería nada extraño que fuese alguno de ellos. Pero luego escuchó un fuerte grito provenir del mismo sitio donde escuchó aquel golpe. Eso la preocupó, pensó que alguno de los criados se hubiera accidentando y necesitase ayuda. Se dirigió hacía la puerta para ir a socorrerle, pero justo antes de salir su difunto marido le dijo alzando su mano.

─ No vayas ─.

─ No te preocupes volveré pronto ─ en ese momento Emma salió de la habitación y se dirigió deprisa, hacia abajo.

Cuando llegó al piso de abajo no se encontró con nada, no había nada tirado ni nadie accidentado, pero todavía podía escuchar aquellos gritos. Entonces se percató de que los gritos, provenían del sótano de la casa. Alarmada Emma se dirigió rápidamente hacia el sótano, comenzó a bajar las oscuras escaleras, ni siquiera quiso coger una lamparita o una linterna de aceite, solo quería llegar lo antes posible para ayudar al criado que estuviera en problemas. Pero cuando llegó la sorpresa que se encontró…jamás la olvidaría. De repente se vio encima de un charco de sangre, pero sus descalzos pies no lo sentían porqué Emma estaba con la mente en blanco, en estado de shock, viendo como Melisa y Claudio, devoraban el cuerpo de un desconocido hombre.

Emma no daba crédito a lo que sus ojos estaban viendo, era una imagen atroz. Melisa y Claudio vieron como Emma los vislumbraba con una perdida expresión, entonces se posicionaron frente a ella, con una fría expresión. Pero ese mismo instante llegó la señorita Rosalin.

─ Señora, no debería estar aquí ─.

Los dos jóvenes, con una inexplicable velocidad se pusieron frente a Emma, no tardaron ni un segundo en llegar donde estaba la señora de la casa, Claudio alzó su brazo y Emma cayó al suelo, inconsciente.

A la mañana siguiente se había levantado con normalidad, pero con una peculiaridad, estaba radiante, feliz, dedicándole una sonrisa a todos los criados de la casa, con los que se cruzaba. Para Emma, los días anteriores vividos, solo fueron unas horribles pesadillas producidas por el cambio de hogar, esa fue su explicación. Bajó a desayunar y se sentó en la silla, como cada mañana la señorita Rosalin ya le tenía el desayuno servido en la mesa, y como cada mañana los dos jóvenes, Melisa y Claudio, le servían el café. En ese momento apareció su marido Thomas, que solo se tomó una taza de café.

─ ¿No vas a comer nada más cariño? ─ le preguntó Emma a su marido.

─ No tengo mucha hambre ─.

─ Muy bien, no te regañaré, pero tampoco quiero que se vuelva una costumbre ─ dijo Emma mientras le apuntaba con el dedo.

Thomas se terminó su taza de café y se fue al trabajo, pareciera algo agitado, pero todo el día iba corriendo al trabajo, aunque fuese su propia empresa, le gustaba ser puntual y no darse el capricho de llegar a la hora que le plazca, como hacen muchos empresarios.

─ Cada mañana hace lo mismo, va corriendo al trabajo, algún día me va a dar un disgusto ─ dijo Emma con cierto tono burlón.

─ El señor es un hombre muy responsable ─ dijo Rosalin con admiración.

─ Es mi marido ─ dijo Emma con una severa, pero burlona sonrisa.

─ no sé preocupe señora, jamás me fijaría en el señor en ese sentido ─ dijo la señorita Rosalin con su mano en el pecho.

Emma terminó de desayunar y se fue de la cocina, quería pasar el día en su habitación leyendo un libro. Melisa y Claudio se acercarón a la señorita Rosalin, con los platos sucios que había encima de la mesa, una vez los dejaron en el fregadero, ambos jóvenes miraron a la señorita Rosalin, con cierta seriedad.

─ ¿No se acuerda de nada? ─ dijo Melisa.

─ Ni siquiera se acuerda de que su marido está muerto ─ dijo Claudio con cierta carcajada.

─ Cierto Claudio, tu hipnosis dio resultados, pero no podemos relajarnos, tenemos que ir con más cuidado, tenemos que cuidar muy bien de la señora Emma, no podemos dejar que se pegue otro susto y pierda a su bebé, nuestra oportunidad de volver a ser humanos ─ dijo Rosalin.

Era de noche, la señora de la casa se encontraba durmiendo mientras los criados estaban en el sótano de la casa. Todos se encontraban discutiendo sobre la imprudencia de Claudio y Melisa, ambos chicos fueron los ejecutores de Thomas, el señor de la casa, pero peor fue que devorasen aquel hombre delante de los ojos de Emma. fue muy imprudente y no por arrebatarle la vida, no, para ellos eso es normal, para poder evitar que sus cuerpos se pudrieran necesitaban sangre humana. Lo que más les molestó es que, ninguno de los chicos respetó las normas de “no matar a nadie dentro de la casa.

Hace muchos, años una bruja por venganza a la familia que mandó construir la mansión, les lanzó la maldición de la inmortalidad.


Parte 3

Cien años una pareja de adinerados enamorados mandaron construír una enorme mansión en la que una vez se casara, formarían una familia y vivirían sus vidas, felizmente. Ellos eran Rosalin Briston y Chritopher Baltimore. Un día, la pareja iba en su carruaje cuando de repente y sin que el conductor se diera cuenta, un joven se cruzó por su camino…Él chofer intentó esquivar al chico, pero por desgracia el carruaje perdió el equilibrio y cayó, aplastando al joven, acabando con su vida en el acto. Él chico era el único hijo de una mujer. Aquella mujer no pudo aguantar la pena de perder a su hijo y culpó a la pareja de su muerte. Aquella mujer descendía de un grupo de brujas que habitaban en las calles de la antigua Londres…Entonces por venganza, maldijo a la pareja con la maldición de la inmortalidad, pero para que la maldición iría a más, impregnaría toda la mansión con ella haciendo que si alguien muere dentro de los muros de la casa, se convierta en ser inmortal, en alguien que su vida sea un infinito sufrimiento, en un ser que solo se alimente de sangre para que sus cuerpos no se pudran, y quedaran como cadáveres vivos, se convertirían en Upir, una raza de vampiros que se alimentan del corazón humano. Desde ese momento la feliz pareja viviría un terrible sufrimiento, con el tiempo averiguaron que para escapar de dicha maldición tenían que morir fuera de la mansión, solo uno pudo escapar de la maldición, su marido Christopher decidió quitarse la vida colgándose de un árbol, pero una vez la bruja descubrió lo que ocurrió, asesinó a Rosalin dentro de la mansión para así, asegurarse de que no huyera de la maldición.

Una vez Rosalin despertó convertida en Upir, abandonó su casa y decidió mudarse lejos, para criar al hijo que Christopher le engendró, y así asegurase de que su hijo viviría el tiempo que la vida le dé, y no condenarlo a la inmortalidad. Pasados los años su hijo envejeció y murió. Entonces Rosalin al verse sola sin nadie en quien apoyarse, decidió volver a su hogar. Una vez allí, conocería a los criados de la mansión que ahora habitaban la casa, dichos criados murieron dentro de las paredes de la casa, unos por enfermedad y otros murieron asesinados por los criados ya convertidos en Upir…Entre ellos se encontraban los actuales señores de la casa, Claudio y Melisa, ambos chicos asesinaron a sus padres una noche en la que habían ido al teatro. Todos ya sabían de la historia de Rosalin, todos sabían que era la primera en convertirse en Upir…todos la reconocieron como su reina.

─ Son unos críos y es la mentalidad que tienen…no podemos juzgarlos, pero si debemos controlarlos y castigarlos ─ dijo Rosalin con una severa sonrisa.

En ese instante Claudio y Melisa sintieron tremor, sabían que los castigos de su reina, eran muy severos, ella no les hacía daño, jamás le puso una mano encima a sus súbditos, pero si los encerrarían, administrándole ella la comida, los alimentaria en unas mínimas proporciones, la justa para que su piel no se pudra, pero la insuficiente para saciar su hambre.

Emma se encontraba plácidamente durmiendo en su cama, pero unos ruidos interrumpirían su sueño. Cuando se desveló se encontró a su marido caminando de un lado a otro nerviosamente, parecía que tuviese miedo de algo, pero no sabía de qué.

─ No puedo hacer nada, no puedo hacer nada, no puedo hacer nada ─ se repetía Thomas, muchas veces mientras se arrascaba la cabeza.

─ ¿Cariño que te ocurre? ─ le preguntó Emma.

Thomas dirigió su mirada hacia su esposa, Emma lo miraba a él fijamente y con preocupación, un frío silencio se mostró alrededor de ellos, entonces Thomas desapareció de su posición y reapareció de rodillas en su cama, frente a su esposa…Entonces alzó su mano y mostró una expresión llena de terror y sufrimiento.

─ ¡Tienes que irte de aquí! ─ luego se desvaneció frente a los ojos de Emma.

En ese instante varios recuerdos regresaron a la mente de Emma, recuerdos de sus días anteriores, de su paseo por el parque con su marido, de la visita de aquel alguacil dándole la terrible noticia del hallazgo del cuerpo de su marido, flotando en el lago.

Emma pasó toda la noche despierta sin poder dormir, llorando de tristeza por la pérdida de su marido, pero a la vez feliz, de saber que su espíritu caminaba por la mansión, que todavía estaba del algún modo, junto a ella. La noche terminó y llegó el día, Emma necesitaba respuestas a lo ocurrido noche anteriores, podía recordar perfectamente que esos jóvenes estaban devorando un hombre, en el sótano de su mansión. La imagen parecía sacada de una pesadilla, pero era muy real.

Emma como cada mañana bajó hacía la cocina, pero esta vez su intención no era desayunar. Justo en la cocina se encontraba la señorita Rosalin y ambos jóvenes, Melisa y Claudio, preparándole la mesa.

─ No, por favor no quiero comer nada preparado por vosotros ─ dijo Emma mostrando desconfianza.

─ Por favor señora ¿Qué le ocurre? ─ preguntó Rosalin con extrañeza.

─ Respóndeme Rosalin ¿Qué sois? ¿Qué hacéis en mi casa? ─

─ Somos el servicio de la casa señora ─.

Emma no confiaba en las palabras de su ama de llaves, recordaba perfectamente lo que vio, lo recordaba como algo vivido y no como un sueño. Dirigió su mirada hacia los jóvenes, una fría, pero a la vez temerosa mirada.

─ Vi como esos dos críos destrozaban el pecho de un hombre... con su boca, como si fuesen bestias en vez de humanos ─ dijo Emma mientras señalaba con su dedo a los jóvenes.

─ Señora por favor, seguro que fue una pesadilla, solo son unos críos ─.

─ Eso parecen, unos simples críos ─. Entonces Emma dirigió su mirada hacia Claudio ─ Dime Claudio… ¿Qué fue lo que me hiciste para que olvidase lo que vi? ─ Preguntó Emma con extrañeza.

Claudio quedó totalmente en silencio, no le dirigió la palabra, Emma estaba acostumbrada a que los jóvenes nunca hablasen delante de nadie, pero esta vez le obligaría hablar. Por ello mismo Emma se dirigió hacia el joven, alzó su mano para propinarle una bofetada, pero Rosalin la frenó poniéndose delante del chico.

─ No le permitiré que le ponga una mano encima al niño, no importa que usted sea la señora de esta casa, no importa si nos echa de aquí…pero no dejaré que abuse de su autoridad ─.

─ Fuera de mi casa ahora mismo… Todos ─ dijo Emma con cierta furia.


Rosalin y los jóvenes obedecieron las ordenes de la señora de la casa, buscaron a los demás criados y se dispusieron a marcharse, pero antes de hacerlo Rosalin tenía que decirle una última cosa a Emma.

─ Señora, el señor Barklay también comenzó a delirar antes asesinar a su familia, espero que usted no termine como él ─.

─ Largaos ya de mi casa ─ dijo Emma.

En cuestión de segundos el silencio inundó la mansión de los Clovers, Emma pensaba que se había librado de aquellas bestias, de los asesino de su marido pensaba ella. Lo que no sabía que la mansión solitaria, no era tan solitaria como parecía.

La noche llegó y Emma se preparó la cena, hacía mucho que no cocinaba y extrañaba hacerlo, se sentía feliz de hacer algo por ella misma en su casa, pero a la vez triste de no poder cocinarle nada a su marido, aun así, no cenaría sola ya que el espíritu de Thomas, estaría con ella en todo momento.

Thomas estaba sentado al lado de su querida esposa, observándola cenar, Emma por cada bocado que daba a la carne que tenía en el plato, le devolvía la mirada con una sonrisa.

─ ¿No te importa que esté muerto? ─ Preguntó Thomas.

─ Aún estas aquí conmigo, es lo único que me importa ─ dijo Emma.

─ Yo sí que estoy triste de estar muerto, de no haber podido despedirme de ti, de no poder ver a nuestra hija crecer ─.

─ Estas conmigo, no necesitas despedirte…Estas aquí…veras a tu hija… ¿Hija? ─

─ En tu vientre hay una hermosa niña, no me preguntes como lo sé…solo puedo decirte que lo sé ─.

─ Una niña ─ dijo Emma con lágrimas de felicidad en los ojos, mientras acariciaba su barriga ─.

Emma terminó de cenar, hacía rato que su marido se había desvanecido, la señora Clover subió las escaleras para dirigirse a su habitación. Una vez llegó, se dirigió a su cama, deshizo las mantas y se acostó. De repente unas pequeñas e infantiles risas la alarmaron, se levantó asustada y justo frente a ella podía ver a la familia Braklay, entre la oscuridad de su habitación.

Emma quedó sorprendida de esa nocturna visita, pero no asustada. Se levantó de la cama y se dirigió hacia ellos.

─ ¿Qué hacéis aquí ¿Qué queréis? ─ Preguntó Emma.

─ Protégelo ─ le dijo el espíritu del señor Barklay.

Emma no entendía esas palabras, no era la primera vez que las escucha, pero ¿A qué se refieren? ¿Qué tengo que proteger? Pensaba ella. Los hijos del señor Barklay se aceró a ella y les puso la mano en su vientre mientras la miraban. En ese momento Emma se dio cuenta a que se referían, mejor… a quien, la estaban avisando de que protegiese al hijo que espera, pero su incertidumbre creció al no saber de quien tenía que protegerlo. Aquella familia fantasmal dejó la habitación de Emma. La noche llegó a su fin, Emma se la paso pensando en la visita que tuvo, en el aviso que le dieron, intentando buscar una respuesta, saber de quién debe proteger a su hija.

Emma bajó a desayunar, por primera vez desde hace meses había sentido la cocina vacía, estaba acostumbrada a ver a Rosalin y los dos jóvenes preparar el desayuno, pero esta vez se lo tendría que hacer ella, entre todo aquel silencio. Pero no le importaba en absoluto, ella era muy capaz de prepararse un desayuno, lo que no podía soportar es ver la casa tan grande y vacía.

─ Muy pronto este silencio desaparecerá ¿Verdad mi pequeña? ─ dijo Emma abrazando su vientre. Pero el silencio tardó menos de lo que esperaba porque justamente por la puerta, pudo ver la figura de un hombre que no conocía, pero aun así reconoció.

─ Ese es aquel a quien esos niños devoraron el pecho ¿Qué hace en mi casa?... vivo ─ dijo Emma extrañada y asustada.

La señora de la casa se levantó de la silla en la que estaba sentada y comenzó acercarse a él, a seguirlo, pero aquel hombre desapareció del lugar, entonces Emma comenzó a correr en su búsqueda, la puerta en la que estaba daba hacía el sótano de la casa, seguro que estará ahí, pensó. Una vez llegó a la puerta bajó las escaleras hacía el sótano, cuando bajó comenzó a buscar por ese sitio, pero no veía a nadie, no escuchaba ni un simple ruido. Serán imaginaciones mías, se dijo a sí misma. Pero no, no eran imaginaciones de ella, y de eso se dio cuenta cuando se volteo y de repente se encontró con aquel hombre.

─ Tu…deberías estar muerto ─ dijo Emma con extrañeza.

─ Lo estoy…pero no lo estoy, de cualquier manera, estoy aquí ─ dijo el desconocido.

─ Vi cómo te devoraban ─.

─ Lo hicieron señora, pero quien muere aquí…no muere ─. Emma quedó extrañada con esas palabras ─ ¿Qué quieres decir? ─ Preguntó Emma con incertidumbre.

─ Yo te lo contaré, creo que no podemos ocultarnos más ─ dijo una voz de mujer que Emma conocía muy bien.

La señorita Rosalin había aparecido de la nada, Emma quedó extrañada al verla, pero sobre todo asustada.

─ La eché de mi casa ¿Qué hace aquí? ─

─ Si señora, pero no podemos irnos de esta casa…No aún ─ Emma se abalanzó hacia ella.

─ Explícate ─.

─ Señora, no le resultará extraño si le digo que no somos humanos normales, sino Upirs…Una raza de vampiros, condenados a vivir eternamente…Lo único que nos puede salvar es la sangre pura… Sangre de alguien que no se haya manchado de oscuridad, la de un recién nacido ─.

La expresión de Emma se horrorizó al escuchar esas palabras y comprendió lo que los Barklay querían decirle, la avisaban que protegiese a su bebé de ellos. Emma se echó hacía atrás protegiendo su vientre.

─ Señora, no quiero hacer esto…esa pequeña criaturita no merece morir…Pero no puedo más, no puedo seguir aquí más tiempo…Usted no sabe lo que es ver a su hijo envejecer y morir ─ dijo Rosalin con lamento.

Emma no podía creer en las palabras de Rosalin ¿Vampiros? Eso no existe…seguro que pertenecen a una secta…o vete a saber, pensó ella. Pero la mirada de Rosalin era triste, muy triste. Emma por un momento sintió algo de empatía por ella, pero aun así no iba a dejar que se acerquen a su hija. Emma estaba acorralada…atrapada en el sótano de su propia casa. Intentó huir, pero le fue imposible, a sus espaldas aparecieron el resto de criados de la casa incluyendo al hombre desconocido, y justo detrás de Rosalin aparecieron los dos jóvenes, Claudio y melisa.

─ Por favor…tiene que haber otro modo ¡No me arrebatéis a mi hija! ─ Exclamó Emma con un llanto.

─ Lo siento señora, créame cuando le digo que deseo no hacerlo, pero más deseo reencontrarme con mi hijo y mi amado… Desde hace tantos años ─… Dijo Rosalin con lamento.



Parte 4

Ambos jóvenes agarraron a Emma y la arrastraron por un largo, oscuro y profundo camino hacía una pequeña habitación con dos cadenas en la pared, la mantendrían ahí esposada hasta que su hija naciera. Pero la salvación vino de un fuerte viento provocado por los entes que en la casa habita, la familia Barklay y su marido hicieron uso de su fantasmal poder para liberar a Emma de los Upirs y que pudiera escapar de allí. Cuando Emma se vio liberada de aquellos jóvenes se levantó del suelo y comenzó a correr hacia las escaleras…Pero no escaparía fácilmente de allí, la señorita Rosalin la volvería atrapar y posándole la mano en su frente, la durmió, encerrándola en aquella habitación encadenada.

Pasado un rato Emma abrió los ojos y se vio en aquel lugar encadenada con unas esposas de las que no se podría liberar por mucho que lo intentase, gritos podían oírse por todo el sótano

de la casa, gritos llenos de lamento y sufrimiento. No podía evitar preguntarse ¿Por qué le tocó a ella vivir esta situación… ¿Qué había hecho para merecer tal castigo?... Se preguntaba con lamento e incertidumbre.

Mientras tanto la señorita Rosalin y el resto de criados de la mansión estaban viviendo arriba, en la casa, al estar la señora Clover en el sótano encerrada no podían permanecer abajo, mejor dicho, no tenían por qué hacerlo. Los días y las semanas pasaban, los criados de la casa bajaban para alimentar e hidratar a la señora Clover, para que no pasase penurias, pero estar encadenada ya era una penuria enorme que no podía soportar, pero también sabía que no podría liberarse de allí. Otra persona habría enloquecido de estar tanto tiempo encerrada y encadenada, pero a Emma la mantenía cuerda las visitas del espíritu de su marido, la visitaba todos los días y esos momentos eran los únicos alegres que tenía.

La señorita Rosalin no podía evitar sentirse culpable de lo que estaba haciendo, es cierto que su cuerpo no tiene alma, pero si corazón y sentimientos, llegaba a pensar que como podía ser capaz de arrebatarle la vida a una inocente criatura que todavía no ha visto la luz, arrebatarle un bebé de los brazos de su madre, por el capricho de querer morir. Pero se había pasado muchos, muchísimos años buscando una forma poder reencontrarse con sus seres queridos. Pensó muchas veces en el suicidio, coger una escopeta y volarse la cabeza, tal como hizo el señor Barklay volándose la cabeza después de haber matado a toda su familia. Pero no podía hacerlo y no por falta de valor o ganas, sino por el miedo a que, si lo hace, no se reencontrase con hijo y su amado, sino que fuese a otro lugar. Los demás criados de la casa estaban dudando de la fidelidad de su reina Upir, sabían exactamente que se le estaba pasando por la cabeza liberar a Emma y a su bebé y eso es algo que no podían permitirse.

Emma seguía encerrada en el sótano de la casa, pero no estaba sola, su marido la había visitado.

─ Querido ¿Cómo están las cosas arriba? ─ Preguntó Emma refiriéndose a la casa.

─ Están bien cariño, están tratando nuestro hogar de la mejor manera posible ─.

─ Espero que no sospechen de nuestro plan...si es cierto que la casa tiene ese poder solo puedo hacer una cosa ─ dijo Emma.

─ Cariño, no somos jueces, no podemos decidir quien vive o quien muere…no me gustaría llegar a eso ─ dijo el fantasma de Thomas.

─ Ellos necesitan sangre inocente para ser libres, y yo quiero que estamos los tres juntos por toda la eternidad en nuestra casa ─.

─ Eso es lo que tú quieres pero ¿Y ella? No podemos decidir sobre su destino ─.

Emma durante este día estuvo planeando su propia muerte, deseaba vivir junto al fantasma de su amado, ya sea como Upir o fantasma, mientras eso le permitiese estar junto a Thomas eternamente en su hogar. Pero no sería solo ella, quería que su hija viviese eternamente junto a sus padres. Su plan era arrebatarle la vida nada mas nacer, derramar su sangre en el suelo de la mansión para así liberar a los sirvientes de la mansión y formar la familia que siempre deseó tener. Pero era una decisión difícil de tomar, no se veía capaz de arrebatarle la vida a su hija con sus propias manos, por eso…pensó en entregarla. Pasado un rato su marido se desvaneció dejando sola a Emma, pero no estaría sola mucho tiempo, ya que la puerta de la habitación se abrió…mostrando la figura de Rosalin.

─ ¿Rosalin? ¿Qué haces aquí? ─ preguntó Emma con extrañeza.

─ Señora, lo siento…no puedo hacerlo, no puedo ─... Dijo Rosalin con cierto tartamudeo.

─ ¿Qué no puedes hacer? ─

─ No puedo acabar con la vida que crece dentro de usted…yo como madre sé cuánto duele perder a un hijo ─ Dijo Rosalin con lamento.

En ese momento Rosalin se acercó hacía Emma librándola de las cadenas que la tenían prisionera, por todo el tiempo que la señora Clover había estado allí encerrada, sus piernas no respondían bien, le costaba levantarse, pero Rosalin la ayudó hacerlo y juntas salieron de allí, recorriendo el oscuro pasillo para liberar a Emma y su bebé del resto de sirvientes. Juntas salieron de aquel sótano llegando hasta el recibidor de la mansión, pero justo allí las estarían esperando el resto de sirvientes…nada contentos con la traidora de su reina. Los criados de la casa se pusieron frente a Emma y Rosalin.

─ ¡Apartaos! Exclamó Rosalin, pero ninguno le hizo caso.

─ Os he dicho que os apartéis, soy vuestra reina, obedeced ─ Dijo Rosalin con furia, pero ninguno se apartó.

Entre todos los criados aparecieron Claudio y Melisa, ambos se postularon como los nuevos reyes de los Upir.

─ Nos has traicionado ─ dijo Claudio.

─ Eres una sucia traidora ─ Dijo Melisa.

Emma quedó sorprendida al ver a los dos jóvenes hablar por primera vez, nunca lo habían hecho delante de nadie, solo hablaban entre ellos, era como si el resto del mundo no existiese cuando estaban juntos, siempre mostrando indiferencia a los demás.

─ Por favor niños, no tenéis que hacerlo…por favor ─ Dijo Emma.

─ No te preocupes señora, no queremos matar a tu bebé…solo queremos evitar morir ─ dijo Claudio.

─ Si, nos gusta vivir eternamente, no queremos morir tan jóvenes ─ dijo Melisa con cierta carcajada.

─ Pues dejadme salir de aquí, dejad que mi hija y yo vivamos ─.

─ Señora, su hija no está viva ya, aunque lo parezca… ¿No se siente débil últimamente? Su hija se está alimentado de usted, de su sangre…poco a poco como un parasito se alimenta de su huésped, eso lo sabe Rosalin y por eso quiere sacarla de esta casa, para que usted no caiga presa de la maldición una vez fallezca ─ dijeron ambos jóvenes al unísono.

La expresión de Emma tornó a fría, no podía creer lo que estaba oyendo, su hija seguía viva, la sentía dentro de ella y de ser así ¿Por qué su marido no le dijo nada? Pensó.

─ Señora…lo siento…su hija lleva varios días en los que se convirtió en Upir…tu cuerpo mundano no soportará el parto y fallecerás ─… Dijo Claudio.

Las palabras de Claudio fueron muy duras para Emma, jamás conocería a su hija…Nunca la vería cogida de la mano con un nuevo amor…su hija nunca crecería, sería una Upir por toda la eternidad.

─ ¿Cuándo ocurrió? Mi hija… ¿Cuándo perdió la vida? ─ Preguntó Emma.

─ Señora, no los escuche…es mentira, su hija sigue viva, está débil es cierto, pero aún vive ─ dijo Rosalin.

─ Estos chicos son malévolos, siempre lo fueron…ellos son los que asesinaron al señor Thomas ─. Emma se sorprendió al escuchar las palabras de Rosalin ¿Estos críos asesinaron a Thomas? No puede ser pensó.

─ Sé lo que está pensando señora ¿Cómo unos críos pudieron acabar con la vida de un hombre? Usted misma lo vio con sus ojos, pero a diferencia de Thomas, el otro murió en esta casa y por eso, se convirtió en Upir ─ dijo Rosalin.

Melisa y Claudio le lanzaron una fría mirada a la señorita Rosalin y la mandaron callar, antes de agárrala y lanzarla por los aires. La señorita Rosalin chocó contra una pared, entonces ambos jóvenes se acercaron a ella y la cogieron del suelo.

─ ¡Parad por favor! ─ Exclamó Emma.

Pero ninguno de los jóvenes quiso escucharla, Claudio y Melisa agarraron la cabeza de Rosalin.

─ Te vamos a conceder tu mayor deseo…vas a reunirte con tu familia ─ dijo Melisa justo antes de que Claudio le arrancara la cabeza, con sus propias manos… ─ Adiós alteza ─ despidiéndose.

Emma gritó de desesperación al ver aquella imagen tan atroz, Rosalin acaba de ser decapitada delante de sus ojos, aquello no lo olvidará jamás.

─ ¿Y bien? ¿Qué hacemos con ella? ─ Preguntó Claudio con burla refiriéndose a Emma.

─ Lo que siempre planeamos…acabar con ella antes de que su bicho nazca ─ dijo Melisa con cierto tono frío.

─ Bien…matadme, no me importa…así nos reuniremos con Thomas y estaremos los tres, como la familia que siempre seremos ─ dijo Emma.

Justamente en ese momento todos los espíritus que moran la mansión aparecieron frente a Emma y los Upirs, tanto la familia Barklay como Thomas y por supuesto, la señorita Rosalin, vinieron para ayudar a Emma. Los sirvientes de la mansión no sabían que hacer, no podían enfrentarse a ellos, saldrían perdiendo.

─ No estorbéis ─ dijo Claudio.

─ ¿Qué os importa si vive o muere? ─ Preguntó Melisa. Rosalin se postuló frente a los jóvenes.

─ Disfrutáis haciendo esto, solo vivís para matar…por desgracia no os podemos arrebatar la vida, pero si hay algo que podemos hacer ─ dijo Rosalin mientras miraba la puerta de la entrada de la mansión.

─ El corazón de mi mujer…solo me pertenece a mi ─ dijo Thomas. La familia Barklay se acercaron a Emma.

─ Tienes que vivir por tu hija, no te preocupes por tu marido, el sabrá esperar a tu regreso una vez vuelvas a la mansión ─ le dijo el señor Barklay.

Emma se levantó del suelo, apenas tenía fuerzas, pero si voluntad para seguir luchando, dirigió una mirada llena de lágrimas hacia su marido y le dedicó una dulce sonrisa, luego comenzó a correr hacia la salida. Tanto los jóvenes como el resto de sirvientes intentaron detenerla, pero no fueron capaces, los espíritus los frenaron. Emma consiguió salir de la mansión ilesa, con apenas fuerzas, pero sana y salva. Comenzó a correr por el camino que llevaba hacía la Berja y una vez llegó, escapó con vida de allí. Emma empezó a caminar por la carretera, pasó horas andando hasta que un carruaje que pasó por allí la encontró y la recogió.

Habían pasado ocho años de los sucesos de la mansión, la señorita Rosalin cumplió con su deseo, pudo por fin reencontrarse con su hijo y su amado, es lo único que les agradece aquellos jóvenes.

La hija de los Clovers nació sana y salva, siendo humana. Emma estaba feliz de ver a su hija crecer, pero poco tiempo después la señora Clover contraería tuberculosis, pero no sufrió, al contrario…estaba feliz de volver con su amado a su hogar, a la mansión que juntos compraron para empezar una nueva vida de casados, una hermosa y eterna vida.

Fin Óscar M. Anton