El fantasma de Texarkana
El asesino fantasma de Texarkana
Texarkana, es una tranquila ciudad con muy baja criminalidad. ¿Quién iba a pensar que durante los próximos cuatro meses, sus habitantes vivirían con el miedo y la incertidumbre de ser el próximo?.
Ocurrió en el año 1946, Mary Jeanne Larey, y su novio, Jimmy Hollis, fueron al cine. Justo cuando se disponían a regresar a casa, decidieron pasar un rato a solas en un paraje de la ciudad, pero algo los irrumpió. Una extraña sombra se asomó por el coche. La pareja al ver al extraño se alarmó, aquella persona tenía la cabeza cubierta por una capucha hecha de tela y unas pequeñas aberturas donde estarían los ojos y la boca.
El sujeto les ordenó que bajaran del coche, la pareja se negaba, pero estaban siendo amenazados, así que le hicieron caso y bajaron del automóvil. Tiempo después, el extraño encapuchado ordenó a Jimmy que se desnudara, cuando el joven lo hizo, recibió dos puñaladas del encapuchado.
Mary, horrorizada al ver la macabra escena, corrió de allí con la esperanza de escapar. Pero su esperanza cada vez iba a menos al escuchar la pesada respiración de ese asesino, que la perseguía por el paraje. Mary fue alcanzada por el encapuchado, justo en ese momento llegaría su muerte, pero los focos de un coche se encendieron esclareciendo el lugar. En ese momento el asesino decidió no matarla, pero antes de irse le dio un golpe en la cabeza, la joven cayó al suelo inconsciente, y poco después, sería encontrada por una pareja de policía. Mary Jeanne Larey, y su novio, Jimmy Hollis, sobrevivieron esa noche.
El segundo asesinato ocurrió el 24 de marzo de ese mismo año. La policía encontró dentro de un coche, dos cadáveres, uno era el cuerpo sin vida de Richard Griffin y el otro cuerpo era el de Polly Ann Moore. Ambos fueron acribillados por un revólver del calibre 39. Las autoridades ofrecieron una recompensa a quien supiera algo sobre el sujeto encapuchado, Así mismo, también alertaron a la población de que dejaran todas sus puertas cerradas y recomendaron no salir a la calle por la noche, para no ser asesinado.
El 13 de abril, los adolescentes Betty Jo Booker y Jerry Atkins, que pertenecían a una banda de música, subieron a su coche después de tocar en un local. Esa misma noche, ambos murieron a manos del encapuchado. La policía encontró sus cuerpos en una zona muy poco concurrida. El cuerpo de Betty Jo Booker, estaba dentro del coche. Según las pruebas, la joven fue violada antes de su ejecución. El cuerpo de Jerry Atkins fue encontrado a un kilómetro del coche. Meses después, se encontró el saxofón de Betty, en una zona lejana del lugar donde fueron asesinados. Nadie sabía nada sobre la identidad del asesino, y solo las dos personas que se encontraron con el cara a cara y vivieron para contarlo, no pudieron identificarlo, y es por ello que lo apodaron: el fantasma de Texarkana.
Después de aquello, a la cacería del criminal se incorporaron los Rangers de Texas. También se subió el valor de la recompensa a cuatro mil doscientos dólares.
El 3 de mayo Virgil Starks, de 36 años, y su esposa Katy, de 35, fueron atacados en el interior de su casa. La mujer escuchó dos disparos y el sonido de los cristales rompiéndose. La mujer pidió auxilio por teléfono, por suerte le dio tiempo hacerlo antes de que el asesino apretara el gatillo y disparase a la mujer, la bala impactó justo en los dientes de Katy. El asesino creyó que la había matado, por ello no volvió a disparar.
En junio, un auto con las características del que manejaba el encapuchado, fue detectado, aparcado justo en un supermercado. La policía esperó a que el dueño del coche se acercase al vehículo. Fue una mujer quien llegó al auto, seguidamente fue detenida bajo sospecha de ser la asesina. Pero el coche, no le pertenecía a ella, sino a su marido; Youell Swinney, un hombre con antecedentes por robo de vehículos. Posteriormente, fue detenido, y una vez que fue enviado a prisión, los asesinatos cesaron.
La identidad del fantasma de Texarkana, sigue siendo un misterio a día de hoy. Nunca se pudo demostrar que Youell Swinney fuera el homicida, pese a que se le suministró el suero de la verdad.