El extraño parque de atracciones

El extraño parque de atracciones
Sinopsis
Un pequeño grupo de amigos se adentran en un extraño Parque de Atracciones, un lugar habitado por entes y horrores inimaginables.
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Parte 1

Un grupo de amigos viajaban por carretera, Sebastián, el dueño del coche y el que se encontraba conduciendo, quería poner Laura Pausini en reproductor de música, pero su buen amigo Christian le negaba que pusiera a esa cantante, a ninguno de los que iba le gustaba, entonces comenzaron con la broma, a forcejear, sin prestar atención a la carretera, Samanta, la novia de Sebastián, frenó la discusión.

─ Prestad más atención Joder ─. Dijo con un tono furioso, entonces ambos amigos se calmaron.

─ Oye Chicos mirad ─ dijo Vanesa con cierto asombro.

El grupo de amigos echaron la vista por la ventanilla del coche, sus caras se sorprendieron al ver un enorme parque de atracciones, habían pasado varias veces por esa misma zona y nunca lo habían visto, era imposible que se construyera tan rápido. En ese momento el grupo de amigos decidieron bajar hasta el parque de atracciones, tenían curiosidad por conocerlo ¿Y por qué no? descansar un rato del viaje. Pasado un rato los cuatro llegaron al extraño parque, entonces fueron a la taquilla para comprar las entradas. Cuando vieron al taquillero los cuatro se extrañaron de su aspecto, tenía un gorro de colores con unas pequeñas hélices arriba, su piel era de color lila, los labios de su boca eran de color azul, y otro color azul, rodeaba sus ojos, todo ello era de un tono natural, eso era lo verdaderamente sorprendente. Aun así, los cuatro decidieron comprar las entradas, no le quisieron dar importancia al aspecto de aquel extraño hombre, podía padecer de algún tipo de extraña enfermedad.

El grupo entró en el parque de atracciones, comenzaron a pasear por sus instalaciones, estaban maravillados de las enormes atracciones que en él había. Sebastián agarró a Samanta de la mano y le propuso ir a la montaña rusa, Samanta cuando vio la altura de aquella monstruosa atracción se negó rotundamente a subir en ella, sentía un enorme escalofrío solo con verla. Entonces, Sebastián decidió subir el solo en ella.

─ Oye, yo te acompaño ─ dijo Christian.

─ Pues no sé a qué esperas, vamos ─ dijo Sebastián.

Los dos amigos se dirigieron hacía la montaña rusa, cuando vieron al guardián se extrañaron un poco de su aspecto, este tenía la piel roja, un color negro rodeaba sus ojos y los labios de su boca, vestía de color negro, con un gorro de copa. Vieron que su aspecto era similar al taquillero, entonces pensaron que estaban vestidos representando alguna temática del parque de atracciones, no sabían que sus colores de piel, eran tonos naturales. Los dos amigos subieron a la montaña rusa, el guardia les hizo un gesto burlón de despedía con la mano y el tren de la montaña comenzó su recorrido. El recorrido sería bastante largo y vertiginoso, la vía estaba decorada con una cueva, que sería el comienzo del recorrido y otra para el final. El tren estuvo en marcha varios minutos a una velocidad bastante grande, los dos amigos se estaban mareando de tantas subidas, bajadas y circundantes vueltas que el tren daba en su recorrido, llegaron casi al final, ahora entrarían en la última cueva, una vez terminara esa cueva, el viaje habría terminado. Dentro de la cueva había todo tipo de personajes dinámicos, cada uno simbolizaba distintos animales y otras criaturas de cuentos de hadas; Sirenas, ogros, goblins y esqueletos. Mientras cruzaban la cueva, algo liquido impregnó a Sebastián.

─ Serán hijos de puta ─ dijo con cierta sonrisa burlona.

Pero muy pronto Sebastián descubriría que, aquello de lo que fue salpicado, sería la sangre de su amigo… Muerto por una decapitación sufrida en la cueva.

Parte 2

Sebastián no podía reaccionar ene se momento, aquella visión era atroz, su mejor amigo había sido decapitado delante de sus narices, lo peor de todo fue que, él no se había percatado de lo ocurrido. Pensó que las salpicaduras de sangre que había en su cuerpo, era de alguna sustancia que le echaron, las típicas bromas que ocurren en los parques de atracciones. Pero no fue así, saber que estaba impregnado de la sangre de su amigo, lo dejó traumatizado. Vanesa y Samanta quisieron llamar a la policía para explicarles los hechos, pero se encontraron con la sorpresa de que, sus móviles estaban inoperativos, el móvil de Vanesa estaba con la pantalla completamente rota, apagado, con el botón de encendido, estropeado, el móvil de Samanta estaba completamente roto, como si algo lo hubiese aplastado, no entendían que ocurría ¿Cómo podían estar sus teléfonos móviles destrozados? se preguntaban una a la otra. No entendían lo que estaba ocurriendo, quisieron probar suerte con el teléfono de Sebastián, pero su amigo no las escuchaba, era como si no estuviese con ellas en ese momento. Entonces Samanta le metió la, mano en el bolsillo para cogerle el teléfono móvil, pero no estaba en ese bolsillo, probó con el otro bolsillo, pero no lo tenía encima.

Vanesa y Samanta estaban preocupadas, todo les comenzaba a parecer muy extraño, no podía ser casualidad que su amigo aparezca decapitado. Vanesa se acercó a su amigo Sebastián, comenzó hablarle, pero no respondía, entonces le agarró del hombro, y mientras le gritaba comenzó agitarlo, pasado unos segundos Sebastián, recuperó la consciencia, comenzó a mirar a sus alrededores y cuando vio el cuerpo de su amigo decapitado, comenzó a gritar, el grito era desgarrador, lleno de lamento. Miró a sus amigas con rostro que reflejaba incertidumbre

─ ¿Que ha ocurrido? ─ Preguntó con la voz entrecortada.

Ninguna de sus amigas podían responder a lo ocurrido, la respuesta debería tenerla Sebastián, fue quien subió a la montaña rusa con su amigo Christian, cuando terminaron el trayecto, ya su amigo estaba decapitado.

Los tres amigos decidieron buscar algún responsable para explicarle lo ocurrido, aun que tenían cierta desconfianza sobre el parque de atracciones, pero, aun así, no podían culpar al parque de lo ocurrido, si no a quien manejara la atracción. Se acercaron a uno de los trabajadores del parque de atracciones, este era un elfo, un sonriente y desquiciado elfo, de una estatura de persona media, pero una expresión en su rostro aterrorizante. Samanta le comentó lo ocurrido, que su amigo había salido decapitado de la montaña rusa. Entonces el trabajador con apariencia de elfo soltó una macabra carcajada, justo detrás de él, salió otro elfo, idéntico a él, misma estatura, misma cara, misma expresión y misma carcajada.

Vanesa, Samanta y Sebastián, quedaron horrorizados, esos hombres estaban locos, les acaba de explicar que su amigo fue decapitado en la montaña rusa y en vez de buscar una solución, lo único que hicieron fue reírse de lo ocurrido. Sebastián comenzó a insultarlos, amenazarlos, pero los elfos, lo único que hacían era reírse de sus amenazas con un tono burlón.

Vanesa y Samanta agarraron a su amigo para llevárselo de allí, las chicas en ese momento se percataron de que el parque de atracciones era bastante extraño, el comportamiento de estos dos trabajadores lo demostró, creyeron que el parque era una especie de juegos para psicóticos perturbados, tenían que salir de allí rápidamente y buscar ayuda. Christian forcejeaba con las amigas, quería partiles la cara a estos dos locos, pero las amigas le dijeron que no, podrían ser peligrosos, necesitaban contactar con alguien cuerdo o salir de allí, los elfos comenzaron a mirar el pequeño grupo, con una macabra expresión, en ese preciso instante; Vanesa, Sebastián y Samanta, sintieron temor, un temor que jamás habían sentido, entonces comenzaron a correr, alejándose de aquellos dos individuos. Los tres amigos comenzaron a buscar una salida, los dos elfos gemelos empezaron a seguirlos, corriendo detrás de ellos con burlonas y macabras carcajadas, tenían que despistarlos, o acabar con ellos, pero ¿Cómo hacerlo? No tenían ningún arma para defenderse, solo podían correr y ocultarse en algún lugar, para despistarlos.

Llegaron a un pequeño callejón, siguieron por el camino todo recto hasta que llegaron a unas grandes puertas, no sabían dónde los llevarían, pero tampoco podían quedarse parados, tenían que seguir huyendo, los elfos todavía les estaban siguiendo. Lo más aterrorizan te es, que los perdieron de vista con mucha facilidad. Decidieron cruzar aquellas puertas, unas puertas que le conducirían a una casa del horror, o más bien, un Castillo del Horror.

Parte 3

El castillo visto por fuera era tan grande, como aterrador, pero era la mejor solución para ocultarse de los elfos gemelos, y también tendrían alguna posibilidad de evitar un ataque sorpresa. Entraron al recibidor del castillo, no había nadie vigilando, pero eso era mucho más tranquilo, no podrían soportar otro perturbado más. Entonces escucharon la voz de una chica tararear, entonces la joven que tarareaba, apareció por una de las puertas bailando, iba vestida con un hermoso vestido amarillo, la mujer daba vueltas con los brazos entre cruzados señalando su pecho.

El pequeño grupo de amigos pensaron que sería otra loca más, pero ella era distinta, no había ido a por ellos, los jóvenes se quedaron mirándola, todo parecía normal, hasta que se percataron de algo bastante extraño. El vestido estaba cubierto de sangre, también le faltaban todos los dedos de las manos. La joven terminó su baile, de repente se puso frente a los tres amigos, los miró fijamente, pasados unos segundos, la joven lanzo un sobrecogedor grito, y comenzó a levitar dirigiéndose a ellos velozmente mientras gritaba, antes de llegar a los chicos la joven, se desvaneció.

Sebastián, samanta y Vanesa quedaron aterrados, podrían enfrentarse a un humano, alguien con huesos, carne y nervio, alguien que sienta dolor, pero jamás podrían hacer nada contra un fantasma, un ser que ya dejó su cuerpo y vaga por nuestro mundo, sin rumbo, con preguntas y sin respuestas. Pero aquel fantasma ya se fue, los fantasmas no suelen salir varias veces, en el mismo lugar, bueno, si salen, ellos nunca se van, el problema mayor, es que, nunca se dejan ver, dos veces seguidas. De repente, después de aquella espeluznante visión, el grupo de amigos escucharon grandes golpes en la puerta del castillo, golpeaban salvajemente, entre los golpes se escuchaban macabras risas y una voz que decía: - No saldréis de ahí con vida -. El grupo de amigos al escuchar aquello comenzaron a correr, buscando donde esconderse, sin darse cuenta, los tres se, separaron, yendo cada uno a un lugar diferente.

Samanta estaba en una habitación, esa habitación parecía ser de los reyes de aquel Castillo, ella no recordaba cómo había llegado allí, hasta hace unos segundos, estaba con sus amigos ¿Cómo es posible que esté sola, en esa habitación? Intentó salir, pero la puerta estaba cerrada, no podía abrirla, entonces comenzó aporrear la puerta pidiendo ayuda a sus amigos, pero no recibía respuesta. Sebastián se encontraba en otra sección del castillo, la más espeluznante, un lugar lleno de todo el horror que en un castillo se vive, la sala de torturas. La sangre de las maquinarias estaba fresca, como si las hubieran acabado de utilizar, el joven encontró un enorme cesto, que contenía en su interior un cuerpo humano, completamente mutilado.

Sebastián se horrorizó al ver aquello. Comenzó a echarse atrás hasta que chocó contra un cuerpo humano colgando, Sebastián se giró para ver contra que había chocado, la imagen que se encontró fue espeluznante, una escena atroz, el cuerpo que colgaba, no tenía piel, se la habían arrancado, pero lo más espeluznante era que...Aun seguía vivo. Aquel hombre entre gimoteos, comenzó a pedirle ayuda, Sebastián, lo único que hizo fue alejarse de él, mientras le decía.

─ Déjame en paz ─.

El hombre que colgaba, miró hacia una dirección, sus ojos apuntaban un machete, Sebastián rápidamente descubrió a que se refería, el hombre le estaba pidiendo que, por favor, acabara con él. El joven cerró los ojos, comenzó a desear que nada de lo que estaba viviendo fuera real, pero por desgracia, era muy real. Sebastián agarró el machete, se acercó al hombre despellejado y le rebanó el cuello, el hombre que colgaba, antes de morir le dedicó una placida sonrisa de agradecimiento. Sebastián comenzó a llorar, a gritar, a maldecir lo que estaba viviendo, a cuestionarse si estaba cuerdo, o de lo contrario se había vuelto loco. Entonces, el joven notó como una mano posaba en su hombro y le dijo.

─ Todo está bien ─.

Cuando se giró se llevó una enorme sorpresa, su amigo Christian, el que había muerto decapitado en la montaña rusa, estaba junto a él, consolándolo, con su cabeza puesta en su cuello.

Vanesa caminaba por un pasillo iluminado por unas antorchas, el pasillo estaba repleto de armaduras, sujetando grandes espadas y escudos, mientras caminaba se encontró con un niño que aparentaba unos doce años de edad.

─ Oye pequeño ¿Qué haces aquí solo? ─ dijo Vanesa acercándose al niño.

─ Busco a mis padres ─ le respondió el niño.

─ Vaya estas perdido, te ayudaré a buscarlos ─ dijo Vanesa mientras alzaba su mano para que el niño se la agarrase.

─ Gracias ─ dijo el niño con una sonrisa y agarrándole la mano a Vanesa.

─ ¿Hace mucho que te separaste de tus padres? ─ preguntó Vanesa.

─ No lo sé ─.

─ ¿Cómo que no lo sabes? ─ Preguntó Vanesa con extrañeza.

─ Íbamos a casa de la abuela, es su cumpleaños, pero de repente, no sé por qué, pero cuando abrí los ojos, ya estaba en este lugar… solo ─.

─ Es muy extraño, nadie entra en un parque de atracciones si no quiere ─, entonces soltó una pequeña carcajada sin darse cuenta de que, el niño había desaparecido.

Extrañada y asustada de lo ocurrido, comenzó a correr buscando al niño, no era posible que haya desaparecido, así sin más, lo tenía agarrado de la mano, ella no notó que se fuera y menos notó a nadie jalar de él, estaba preocupada de la extraña desaparición del niño, entonces recordó a la joven que bailaba cuando entraron ¿Sería otro fantasma? se preguntó con cierta incertidumbre. Mientras buscaba por aquel pasillo al niño, chocó contra algo, en este caso, alguien, ambos cuerpos cayeron al suelo, cuando abrió los ojos, vio la persona con la que había chocado, se trataba de Samanta.



Parte 4

Ambas amigas se alegraron de encontrarse la una con la otra, ahora tenían que buscar a Sebastián, no sabían dónde estaba, tampoco sabían si estaba bien. Mientras buscaban, Vanesa le comentó a su amiga lo que había vivido, la pequeña historia del pequeño con el que se encontró.

─ ¿Entonces hay más gente aquí? ─ Preguntó Samanta.

─ Según dijo el pequeño, vino con sus padres ─ dijo Vanesa.

─ Genial, si nos encontramos con ellos nos podremos ayudar ─.

Pero Vanesa sentía cierta desconfianza, nada de lo que estaban viviendo les parecía normal y la desaparición repentina del pequeño, fue muy sospechosa.

─ Vamos a preocuparnos de que los tres salgamos de este maldito parque con vida ─ dijo Vanesa.

Samanta le dio la razón, lo prioritario era buscar a Sebastián y salir de este escabroso lugar.

Caminando por aquel pasillo llegaron a una escalera, comenzaron a subir por ella, sin saber a dónde adonde las llevaría.

─ Ojalá nos llevara a un lugar más tranquilo ─ dijo Vanesa con preocupación. Llegaron hasta el piso de arriba, solo había una puerta ¿Debían cruzarla? Ambas chicas pensaron que sí, siempre iba a ser mejor que el ese pasillo. Entonces la abrieron y entraron en ella, el lugar en el que se encontraban ahora, era un cementerio.

─ Vamos de mal en peor ─ dijo Vanesa.

─ Después de todo lo que estamos viviendo, es un lugar ideal ─ dijo Samanta con cierta burla.

Las chicas comenzaron a pasear por las lapidas que cubrían el cementerio, había cientos de ellas.

─ Dime ¿Dónde estuviste? ─

─ Estuve en una enorme habitación, había una hermosa cama, con cortinas a su alrededor, habría sido un lugar tranquilo si no fuese porque, un psicópata entró en ella ─ dijo Samanta.

─ ¿Cómo escapaste de allí? ─ Preguntó Vanesa.

Sigo allí ─ dijo Samanta mientras se desvanecía.

Vanesa no podía creer las palabras de su amiga, Samanta estaba justo con ella, juntas llegaron aquel cementerio ¿Cómo podría estar muerta? Es imposible, se dijo así misma. Vanesa comenzó a llorar desesperadamente, era cierto, su amiga estaba muerta, había venido ayudarla a escapar de aquel lugar, entonces recordó aquel niño que encontró tiempo antes, aquel niño ¿También estaba muerto? se preguntaba Vanesa, comenzó a pensar en todo lo ocurrido hasta ahora. Entonces llegó a la conclusión de que el parque era más extraño de lo que parece, no solo deambulan psicóticos asesinos, también deambulan almas perdidas en él, almas atrapadas en un lugar que, en el mundo real, no existe.

Vanesa creyó que ella y su amigo también estarían muertos...El Parque es una especie de Limbo, dijo Vanesa con una temblorosa voz.

─ Pero ¿Cuándo ocurrió? ¿Cómo ocurrió? no, es imposible... Yo estoy aquí y el también, los dos seguimos vivos, tengo que encontrarle y escapar juntos de aquí ─.

Vanesa comenzó a gritar el nombre de su amigo, pero nadie respondía, ella continuaba dando vueltas por aquel cementerio situado en lo alto del castillo del parque de atracciones. La joven estaba desesperada, sin saber si iba a morir en ese momento, o no. Mientras caminaba por aquel cementerio buscando a su amigo, encontró unas extrañas lapidas, serían normales si no fueran que, en ella, tenían los nombres de los cuatro amigos, eran sus tumbas, el lugar de reposo del pequeño grupo.

Extrañada, se acercó aquellas lapidas, aquella imagen que la joven veía no era tan tenebrosa, si no, más bien hermosa, unos árboles con blancas hojas decoraban el lugar de dichas lapidas, Vanesa se acercó de forma muy tranquila, intentado controlar su miedo. Comenzó a observarlas muy detenidamente, pero en ese mismo instante notó como algo pesado caía encima de ella, Vanesa cayó al suelo asustada, comenzó a observar que era lo que había caído, pero la sorpresa que se llevó fue enorme al descubrir que había caído un cuerpo humano encima de ella, el cuerpo pertenencia a un hombre que estaba colgado solo por su cuello, ahorcado.

La joven dio un angustioso grito, pero en ese mismo momento el grito se le cortó cuando descubrió que aquel hombre la estaba mirando fijamente, el hombre colgado comenzó articular la boca, intentando decir algo, Samanta se acercó a él, puso su oído y el hombre, con apenas fuerza le susurró.

─ No saldréis de aquí con vida ─.

Esas fueron las últimas palabras del hombre antes de morir, Vanesa asustada comenzó a correr, sin mirar atrás y sin prestar atención a lo que tenía delante, solo quería salir de aquel espantoso lugar. Para su sorpresa, mientras huía chocó contra su amigo Sebastián, que justo acababa de llegar al cementerio, Vanesa aterrada lo miró y la misma calma que sintió al ver a su amigo vivo hizo que llorara. Entonces, Sebastián la abrazó.

─ No te preocupes, vamos a salir de aquí ─.

Entonces juntos dejaron aquel Cementerio, comenzaron a bajar unas escaleras que allí había. Cuando llegaron al final, Sebastián agarró fuerte de la mano a Vanesa y juntos, comenzaron a correr, buscando la salida del castillo, los dos corrían por el oscuro pasillo iluminado por antorchas, llegaron hasta el recibidor y justo allí, que fue por donde entraron, salieron del castillo. Pero de repente justo frente a ellos, apareció su amigo Christian, aquel que murió decapitado en la montaña rusa, o lo que es peor, su fantasma.



Parte 5

Sebastián ya lo había visto antes, no le sorprendió tanto, como a Vanesa, ver a su amigo muerto, justo frente a ella, más que felicidad, le parecía aterrador ver su cabeza estaba en su sitio, era como si nada hubiera pasado.

─ ¿Que prisa tenéis? quedaos aquí, estaremos bien, será una fiesta todos los días ─ les dijo Christian a sus amigos.

Vanesa y Sebastián quedaron callados, no dijeron nada, no sabían que decirle, entonces apareció Samanta con una sonrisa, pero su sonrisa no era amistosa, sino más bien perturbadora, con una sombría mirada.

─ Primero nos traéis aquí y ahora ¿Pensáis iros y dejarnos colgados? ─ dijo Samanta.

─ Vayámonos de aquí, no son ellos ─ dijo Vanesa mirando con lamento a sus amigos.

─ Tienes razón, salgamos ─ dijo Sebastián.

Entonces justamente en ese momento, Christian agarró un hacha que había colgada en una de las paredes del recibidor y se la clavó a Christian en el pecho.

Vanesa comenzó a gritar de forma angustiosa, insultando a los entes de sus amigos.

─ ¿Por qué lo has hecho? ─ preguntó ella con una voz entre cortada, pero la única respuesta que recibía era las macabras risas de sus amigos, al ver a su amigo tirado en el suelo.

Sebastián aprovechó su último suspiro para agarrar a Vanesa de la mano y pedirle que corriera, que huyera de aquel lugar.

─ Lo siento ─ dijo Vanesa con cierto lamento.

Entonces comenzó a correr saliendo de aquel castillo, las macabras risas de sus amigos podían oírse en la lejanía, Vanesa no confiaba que fuese a salir de allí con vida.

Vanesa no podía borrarse de la mente aquella imagen tan atroz, estaba abrazando a su amigo con el pecho abierto, por la hoja de aquella hacha que Christian le clavó. En ese momento se dio cuenta que la vida solo dura un instante, un minuto estas sonriendo, y un segundo después, estas muerto. Vanesa sin darse cuenta llegó hasta una enorme noria, se acercó a uno de los asientos, y se subió a ella. La noria se encontraba en funcionamiento, pero Vanesa tenía muy buena agilidad y gracias a ella, pudo subirse a los asientos de la noria.

Su idea era estar subida en ella para evitar ser atrapada mientras pensaba un plan de huida, pero la angustia de saber que sus amigos estaban muertos y que sus fantasmas andaban libremente por el parque intentando matarla, no la dejaban pensar con claridad. Pero eso no era lo único preocupante, tampoco podía fiarse de los trabajadores del parque, ya habían intentado matarlos anteriormente y sabía que fueron ellos, los que acabaron con la vida de sus amigos.


¿Cómo podré escapar de aquí? pensaba ella. Vanesa se decía así misma ─ No quiero morir, no puedo morir en un lugar así, que existe para que las personas disfrutemos, no para que nos maten ─ decía Vanesa con lamento.

Desde lo alto de la noria intentó vislumbrar la lejanía, para poder ubicarse y saber dónde se encontraba, pero no veía nada, solo un rojizo horizonte lleno de árboles y más allá de los árboles no había nada, solo niebla rojiza. era un lugar muy extraño, ya apenas recordaba ni como había llegado ella y sus amigos a ese macabro parque de atracciones. Agachó la mirada y justo debajo de la noria vio a sus amigos observándola con unas macabras sonrisas, y rodeados de otras personas. Personas que seguramente perdieron la vida allí, ya, todo era posible llegados a este momento.

No iba a bajar, aunque se moría de ganas de abrazar a sus tres amigos, pero sabía que ese abrazo, sería un abrazo lleno de afilados cuchillos, atravesándole el cuerpo. No, jamás bajaré de aquí, prefiero morir sola, de hambre o frío que ser destripada por uno de mis amigos, incluso prefiero tirarme desde lo alto de la Noria, decía con cierto lamento. Vanesa pensaba que iba a morir en ese parque, no quería hacerlo, pero de algún modo sabía que todo aquel quien entra en el parque, muere.

─ Lo haré, prefiero matarme yo, a que uno de mis amigos sean mis ejecutores ─ dijo Vanesa con decisión.

Entonces, en ese mismo instante se puso de pie, abrió la puertecita del asiento de la noria y justamente cuando había decidido tirarse para evitar morir en manos de sus amigos, una pequeña mano le agarró el brazo, cuando se giró vio al mismo niño que se había encontrado en los pasillos del castillo, aquel mismo niño, que en extrañas circunstancias había desaparecido.

─ No, tu no vas a morir, no es tu hora, tu vivirás ─. y con esas palabras, el niño se desvaneció, dejando un pequeño rastro de humo blanco.

Las palabras del niño aliviaron a Vanesa, no le borró el dolor que sentía al saber que sus amigos estaban muertos, no le borró la desesperación de estar atrapada en ese parque de atracciones macabro, pero si le dio fe para continuar con su vida. Volvió agachar la mirada, pero justamente abajo, ya no había nadie, tenía vía libre para salir de allí, tenía una oportunidad para escapar. Entonces desde lo alto de la noria comenzó a mirar a los alrededores del parque, buscando la salida, una salida que, por fin, encontró.

Se sentó en el asiento esperando a que la noria bajara para salir de allí y dirigirse a la salida, una vez su asiento llegó a la altura del suelo, dio un salto y escapó de allí, corriendo hacia la salida. Mientras corría notaba que el camino cada vez era más largo, se volvía inalcanzable, tan cerca, pero a la vez tan lejos, aun así tenía que seguir corriendo, tenía que llegar hasta la salida.

Pero un grupo de trabajadores del parque, incluyendo sus amigos, estaban esperándola, justamente en la salida, cuando ella llegara no escaparía, moriría justamente en las puertas del parque, en ese momento frenó su huida, preocupada y angustiada.

─ La vida es apostar, ellos están allí, pueden atraparme, puede que no, pero si me quedo aquí seguramente acabe muerta ─, entonces decidió seguir corriendo hasta llegar a la salida.

Su amiga Samanta la agarró desde atrás, en ese momento Christian, acercó su hacha al cuello de Vanesa, provocando le una pequeña herida, pero peor fue cuando vio a su amigo Sebastián, dirigirse directamente hacia ella, cuchillo en mano, con intención de apuñalarla hasta la muerte. El miedo no la dejó reaccionar, lo único que hizo fue cerrar los ojos y esperar que todo terminase, entonces escuchó unas voces, unas voces que no reconocía, las voces decían.

─ Está reaccionando ─.

Cuando volvió abrir los ojos vio a dos personas justo delante de ella, esas personas decían.

─ Se ha despertado, la chica ha sobrevivido ─.

Vanesa extrañada de lo ocurrido, comenzó a mirar a sus alrededores, ella se encontraba estirada en una camilla, parecía que estaba en una pequeña habitación, vio una puerta abierta que daba a la calle. Entonces se dio cuenta de que, se encontraba en el interior de una ambulancia.

Escuchó a unos médicos decir:

─ Ambos coches colisionaron, cinco personas murieron, en uno de los coches había un matrimonio con un niño, pero solo sobrevivió su pequeño hijo, en el otro coche había cuatro ocupantes, solo ha sobrevivido una joven ─.

Entonces Vanesa comenzó a recordar lo ocurrido hasta ahora, sus dos amigos, Christian y Sebastián comenzaron a discutir sobre que música poner en la radio del coche, el conductor, en este caso Sebastián, en ese momento no prestó atención a la carretera y colisionó contra otro coche, provocando un terrible accidente que se llevó cinco vidas, todo por una absurda discusión sobre "que música es mejor".

Vanesa comenzó a llorar por la muerte de sus amigos, por la muerte de aquel matrimonio, sintiéndose culpable de lo ocurrido, pero también sentía alegría por aquel niño que había sobrevivido, aunque... no recordaba nada de lo que había vivido, en el extraño parque de atracciones.


Fin.
Óscar M. Anton